¿Cómo afecta la pandemia a la salud mental?



Por Fabián Duarte y Antonia Riveros, investigadores del Núcleo Milenio en Desarrollo Social (Desoc); y Álvaro Jiménez, investigador del DESOC e IMHAY, Universidad de Chile

Mientras las consecuencias sociales y económicas de la pandemia se profundizan, crece la preocupación por sus efectos en el bienestar y salud mental de la población. Estrés, ansiedad y tristeza son reacciones normales en un contexto de alta incertidumbre, más aún si también se ven afectados la salud, trabajo, ingresos, educación, movilidad, etc. En un escenario de probable aumento de la pobreza y exacerbación de las desigualdades es esperable que aumente la prevalencia de problemas de salud mental.

El Núcleo Milenio en Desarrollo Social y el Centro de Microdatos (Universidad de Chile), monitoreamos el estado de la salud mental de chilenas y chilenos mayores de 18 años a través de la encuesta Termómetro Social. Los resultados de mayo-junio evidenciaron que el Covid-19 representaba una amenaza para la economía doméstica (inseguridad laboral, probabilidad de reducción de ingresos y endeudamiento) y esa vulnerabilidad e incertidumbre económica demostró estar asociada con mayores niveles de síntomas ansiosos y depresivos en las personas. En septiembre-octubre, cuando un 77% de los encuestados llevaba más de cuatro meses confinado, predominaban la tristeza, preocupación y rabia.

¿Quiénes, por qué y cómo han visto más afectada su salud mental? ¿Cómo prevenir, mitigar o tratar esos problemas? Ser mujer y estar frente a la posibilidad de reducir sus ingresos se asocia a síntomas ansiosos y depresivos moderados a severos. La sensación de soledad y aislamiento, vivir en zonas más afectadas por la pandemia y cuarentena y antecedentes de problemas de salud mental, se relacionan con mayor malestar psicológico. Los datos también revelan un aumento de otros malestares psicológicos, como la dificultad para dormir.

En términos generales, entre mayo y junio un 22% de los participantes (30,5% mujeres, 13,4% hombres) presentó síntomas ansiosos y depresivos moderados a severos; la cifra subió a 25% (33,3% mujeres, 16,1% hombres) entre septiembre y octubre. Estos datos sugieren la necesidad de reforzar programas preventivos y de tratamiento en salud mental y enfatizar políticas sociales asociadas a las condiciones de vida de las personas. Sobre todo, estos resultados refuerzan la idea de focalizar esfuerzos en las mujeres.

El acceso a servicios de salud mental es limitado, la pandemia y el confinamiento solo han agravado este hecho. Se requieren mayores esfuerzos para proteger la salud mental, garantizar el acceso a apoyo psicosocial y mayor cobertura de tratamientos en el sistema público y privado de salud. En este contexto, Internet y las tecnologías digitales pueden ser herramientas útiles para prevenir y proporcionar tratamiento en pandemia. Esto, junto a medidas estructurales: apoyo gubernamental para proteger el empleo, redes de seguridad ante la pérdida de ingresos y programas para evitar el sobreendeudamiento.

Las consecuencias sociales y económicas de la pandemia parecen inevitables, pero aún hay tiempo para reducir la profundidad de esas consecuencias y su impacto en la salud mental.