Competencia de aviones y buses
En la portada dominical de Pulso de La Tercera figura un título al ancho de la página con una declaración textual de Jesús Diez, presidente de Turbus. Dice: "(...) En viajes de larga distancia competir contra los aviones es muy complejo". El lector Francisco Galaz S. señala que "el título se repite en la página 6, y también en el texto el entrevistado dice 'competir contra los aviones'. Me parece que uno 'compite con' y no 'contra'. ¿No suena mejor decir 'competir con los aviones (...)?'.
No siempre lo que suena mejor es lo correcto. En este caso se puede emplear "con" y "contra", aunque esta última preposición se usa mucho menos. El Diccionario Panhispánico de Dudas, DPD, indica que el verbo competir "suele llevar un complemento introducido por 'con', y menos frecuentemente por 'contra', que expresa el rival". Incluye dos ejemplos: "Es un muchacho alegre y despierto, quien compite con su primo en travesuras y fantasías" y "No pudo competir contra nuestro candidato".
El gerente de Turbus y la redactora de la entrevista optaron por "competir contra los aviones", aunque -como ya se dijo- es más común "competir con...".
Pero, hay algo más. La fundación del Español Urgente, que vela por el buen uso del idioma español en los medios de comunicación, indica que a menudo se ve otro uso impropio de competir: con la preposición "a" (o el artículo contracto "al"). Por ejemplo, "El Real Madrid no podría competirle una liga a (o al)...". Es probable que algunos periodistas estén aplicando la estructura del verbo disputar, con el que sí sería adecuado decir que "se disputa algo a alguien". En este caso, la versión correcta, sería: "El Real Madrid no podría disputarle una liga a (o al)...". (y al equipo adversario lo dejamos en suspenso).
Fotos falsas
"Leo con frecuencia las informaciones sobre noticias falsas en La Tercera". La lectora Bárbara Soria L. pregunta "¿También hay fotografías intervenidas, retocadas, manipuladas y totalmente falsas?".
La verdad es que todas las variantes que usted nombra son fotografías falsas, porque no son el testimonio real de lo que ocurrió. En La Tercera existen normas muy claras: los retoques a las fotografías solo se justifican con el objetivo de mejorar las características técnicas de las mismas, nunca para alterar el contenido de ellas. Además, en la lectura se debe explicar si ellas se están utilizando como parte de un fotomontaje.
Cuando aparece una fotografía de origen dudoso, los periodistas deben identificar de manera fiel y completa el material antes de emplearlo. Y, como dice la lectora, hay también fotos maliciosamente falsas. Muchos recuerdan una imagen de un moribundo Hugo Chávez, presidente de Venezuela, que era falsa; también la desgarradora foto de un niño sirio que dormía en un cementerio de Alepo entre las tumbas de sus padres, que fue foto de producción; y mucho antes, en 1945, una foto de soldados rusos izando la bandera de la Unión Soviética sobre la Puerta de Brandenburgo. La imagen sirvió de propaganda para promover al victorioso Ejército Rojo. Pero, cuando cayó el régimen comunista, se supo que la foto, que representaba el fin de la Alemania nazi y el triunfo soviético, era un engaño, una noticia falsa.
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