Construir sobre humedales es atentar contra las ciudades
A fines de julio pasado con estupor se observó cómo una vez más máquinas retroexcavadoras destruyeron un humedal urbano en el país, esta vez el turno fue para un humedal localizado en Melipilla, Región Metropolitana, cuyo destino es un condominio de viviendas. A pesar de conversaciones entre vecinos, constructora y municipio no se pudo evitar su destrucción.
Básicamente, la discusión se centró en si el territorio en disputa tenía o no las características para ser un humedal. Para Ramsar un humedal es aquella extensión de marismas, pantanos y turberas, o superficies cubiertas de agua, sea de régimen natural o artificial, permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces, salobres o saladas, incluidas las extensiones de agua marina, cuya profundidad en marea baja no exceda los 6 metros. Desconozco el origen de este humedal, pero como sea es de carácter natural o artificial, por tanto era tal y debió ser reconocido.
El otorgamiento sostenido de permisos de edificación de viviendas sobre humedales ha hipotecado el futuro de varias de nuestras ciudades. Melipilla se une a una larga lista: Coquimbo, Algarrobo, San Pedro de la Paz, Concepción, Valdivia y Puerto Montt, entre otras. Este proceso de urbanización ha ignorado por completo los servicios ecosistémicos de humedales urbanos, por ejemplo en el control de inundaciones; hoy India vive la peor de sus inundaciones en 100 años y se ha reconocido como la desaparición de los humedales perjudicó la mitigación y el enfrentamiento ante esta catástrofe.
La producción inmobiliaria sobre espacios naturales es bastante cruel, se da el permiso, se rellena, se construye y se vende; cuando compras una vivienda sobre un humedal esta tiene un seguro de incendios que incluye riesgos de la naturaleza como de inundación, pero qué pasará cuando este fenómeno sea aún más recurrente, quién cubrirá esos seguros, ¿se incrementará su valor?
En Florida, Estados Unidos, ante el escenario de aumento del nivel del mar e intensidad de los huracanes las viviendas de la costa han bajado considerablemente de precio, al tiempo que el costo de los seguros para cubrir daños por inundaciones ha aumentado en promedio 100 dólares por año, colapsando el mercado inmobiliario. Algunos propietarios han abandonado sus casas, pues ya no pueden cubrir el costo que implica vivir allí.
Entonces me pregunto, de quién es y será el problema; ¿de la inmobiliaria, del propietario, del municipio, del Estado? Por favor, ante el déficit de viviendas en Chile, apuntemos a soluciones más inteligentes, donde incorporamos a los humedales urbanos como parte de la solución e integración de los espacios para evolucionar a ciudades más saludables, sustentables y resilientes.
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