Control en las Curvas

Juan Pablo Araujo

El BCCh ha explicitado la necesidad de ampliar sus atribuciones e incorporar a sus herramientas la posibilidad de comprar Bonos de Gobierno en el mercado secundario, pudiendo impactar directamente otros tramos de la curva de rendimientos.



Durante los últimos meses, y en respuesta a los efectos que ha generado la pandemia sobre la economía, hemos visto cómo distintos bancos centrales han reaccionado implementando medidas de política monetaria nunca antes vistas. Con el fin de entregar condiciones monetarias expansivas, dar liquidez a los mercados y un mayor soporte a las economías, bancos han complementado sus herramientas de política monetaria tradicionales con medidas no convencionales. En este sentido, el Banco Central de Chile (BCCh) no ha sido la excepción, recogiendo la experiencia y prácticas implementadas por otros bancos centrales, y extendiendo sus políticas para impactar distintos tramos de la curva de tasas de interés.

Normalmente, el primer pilar o herramienta que usan los bancos centrales para llevar a cabo su mandato es influir sobre la tasa de interés de corto plazo, a partir de la fijación de la tasa de política monetaria (TPM). Esta se define como “la tasa que determina el nivel de la tasa de préstamos interbancarios a un día”, y permite flexibilizar o contraer las condiciones de financiamiento para regular los incentivos al consumo y la inversión.

Además de fijar el nivel de tasa de interés de corto plazo, el banco puede potenciar su comunicado dando información respecto a la trayectoria esperada de la TPM en el corto y/o mediano plazo, anclando las expectativas de tasas de interés e impactando la curva de rendimientos en los tramos medios —normalmente hasta los dos a tres años—. Este mecanismo de “Preanuncio Monetario” correspondería a un segundo pilar o herramienta, y es comúnmente conocido como Forward Guidance en inglés. Esta medida contribuye a mejorar las condiciones financieras en el mediano plazo, impactando directamente sobre los costos de capital de los distintos actores de la economía. En esta línea, el BCCh realizó cambios estructurales en su Informe de Política Monetaria (IPoM) de marzo en la manera que comunicará la trayectoria futura de la TPM, incorporando en su informe el denominado “corredor de política monetaria”. Este corredor permitiría no solo anclar la parte corta de la curva, sino que además afectaría a la expectativa de tasas de interés en todo el horizonte de política monetaria —dos años—, lo que tendría un impacto directo en estos tramos de la curva de rendimientos. Cabe destacar que esta herramienta es utilizada por los principales bancos centrales de las economías desarrolladas —tal como la Fed, ECB y BoJ—.

Finalmente, como tercer pilar, el BCCh ha incorporado medidas de liquidez contracíclicas adicionales a sus herramientas de política monetaria, tal como su programa de Facilidad de Crédito Condicional al Incremento de las Colocaciones (FCIC) por un monto límite acumulado de 40.000 millones de dólares a la fecha, y programas de compras de activos —que comprenden deuda propia y bonos bancarios— por un monto máximo de 24.541 millones de dólares si consideramos desde noviembre de 2019 hasta el cierre de esta columna. Además, el BCCh ha explicitado la necesidad de ampliar sus atribuciones e incorporar a sus herramientas la posibilidad de comprar Bonos de Gobierno en el mercado secundario, pudiendo impactar directamente otros tramos de la curva de rendimientos. Esta modificación en sus atribuciones está actualmente siendo revisada por las autoridades, y en caso de aprobarse, potenciaría la capacidad del Banco para velar por la estabilidad de las tasas de largo plazo y el correcto traspaso de las expectativas de política monetaria a esos plazos. Estas medidas serían de carácter temporal, y se utilizarían de manera excepcional para hacer frente a situaciones financieras extraordinarias.

Estos tres pilares —TPM, corredor de política monetaria y programa de compra de activos—permitirían implementar políticas que impacten variables macroeconómicas tal como el nivel y la pendiente de la curva de tasas —que corresponde a la diferencia entre las tasas largas y la de corto plazo—. El uso coordinado de estas herramientas es consistente con prácticas internacionales implementadas por otros bancos centrales, y la evidencia indica que han jugado un rol significativo en la estabilidad monetaria y recuperación económica de muchos países. Sin embargo, su uso indiscriminado no está exento de riesgos, y no existe aún un consenso respecto a los límites con los que estas herramientas debieran ser usadas. Autoridades y académicos han levantado algunas preocupaciones, tales como al efecto acumulado que estas medidas tendrían sobre los precios de los activos financieros, o el hecho de que su uso excesivo podría quitar la capacidad de las autoridades monetarias para hacer frente a escenarios adversos a futuro, entre otros.

A nuestro juicio, ampliar las atribuciones del BCCh ante escenarios excepcionales contribuiría favorablemente en su rol monetario; países con riesgos comparables y balances fiscales y términos de intercambio controlados, presentan curvas de tasas de interés más bajas y planas que la nuestra. Además, cabe destacar que el balance del BCCh aún tiene espacio adicional para implementar programas de compra de activos de terceros -en relación a bancos centrales de países desarrollados-, de manera que estimamos que existe espacio para mayor estímulo monetario utilizando este tercer pilar. Todo esto en un contexto en que  los bancos centrales a nivel global se encuentran implementando agresivamente medidas contracíclicas, buscando mantener condiciones expansivas en la economía y así mitigar potenciales riesgos deflacionarios.

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