Covid, laboratorios y patentes
Por Juan Pablo Egaña, socio en Sargent & Krahn
A casi dos años del inicio de la pandemia, hay algunas realidades que comienzan a despuntar en el ámbito de la propiedad industrial y las patentes de invención, y que parecen desmentir las aprensiones con las cuales parte de la comunidad las visualizó, anticipando que estos derechos debían dejarse sin efecto, o al menos suspenderse, para asegurar la distribución masiva de vacunas y otras medicinas anti Covid.
A nivel internacional, el ejemplo más paradigmático de esta ansiedad se vio reflejado en la iniciativa TRIPS-waiver, destinada a liberar patentes y datos exclusivos sobre vacunas que fue promovida por Sudáfrica e India en octubre de 2020 y que hoy está aún en discusión en el seno de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Por su parte, a nivel local, son muchos los que vieron en esta situación la ocasión para avivar los cuestionamientos a la propiedad industrial y sus detentadores, muy en línea, por ejemplo, con las ideas del libro “COPIA O MUERTE”, donde se considera a la tecnología como “un campo en disputa” en el que, armadas con sus patentes, las corporaciones globales combaten contra el Sur, “el territorio de los explotados”. Concordaremos en que es difícil encontrar un país más austral que Chile y, sin embargo, el porcentaje de vacunación de nuestra población es uno de los más elevados en el mundo.
Esto demuestra que no se necesita deteriorar o suspender el régimen de patentes para enfrentar situaciones de pandemia, y que los titulares de esos derechos tienen una conciencia social mucho más elevada de la que se les achaca. En este sentido, dignas de mencionar son las recientes licencias voluntarias que MSD y Pfizer han otorgado a Medicines Patent Pool (MPP) sobre las primeras medicinas concebidas anti Covid, Molnupiravir y Paxlovid, que permitirán vía sublicencias su fabricación y distribución por compañías genéricas en más de 100 países del mundo.
Al menos en la superficie, no alcanza a distinguirse en estos contratos ninguna manipulación abusiva de la propiedad industrial, sino que todo lo contrario. Así, sería bueno que mientras no nos saquen del oscurantismo revelándonos cuál es el modelo alternativo que ellos han diseñado para promover la innovación y transferencia de tecnologías, los adalides de las flexibilidades y limitaciones a las patentes cedieran en sus ímpetus y dejaran funcionar un sistema que, como siempre, ha sido instrumental en la generación de nuevas soluciones a un problema global.
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