¿Crees que no importa?
Por Soledad Alvear, abogada
Para muchos será un problema ajeno. Para otros, es un espectáculo en la televisión. Como si vieran una serie de televisión, constatan que la principal potencia del mundo no es capaz de resolver sus diferencias de la manera que siempre lo han hecho: con democracia y en las urnas. Se siente lejano. Sin embargo, lo que ocurre en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos nos afectan de manera directa a todas y todos.
En primer término, el deterioro del estado de derecho en el país más relevante del mundo. Cuando las reglas importan menos, o no todos los actores políticos están dispuestos a regirse por las normas de la democracia, finalmente el efecto imitación en el mundo es enorme. No hay reglas y todo vale. Ese es el escenario que se desata cuando el Presidente Trump se niega a aceptar la posibilidad de una derrota. Esto no ocurre solamente en Estados Unidos. Los imitadores terminan por exponer el mismo comportamiento en muchas partes del mundo. Es la libertad la que está en juego. Cuando se relativizan los derechos humanos sufren los más débiles. Cuando se es débil frente a la acción de supremacistas blancos racistas y antisemitas, finalmente es el sistema global entero el que cae.
Segundo está el ámbito internacional. La administración del Presidente Trump ha tenido un desdén sistemático por el sistema multilateral. Desprecia a la vieja Europa, a la que no le asigna importancia en el ajedrez mundial que desplazó su eje acción al Asia Pacífico. Es blando con los dictadores y autócratas. Por el contrario, es muy duro contra el sistema de Naciones Unidas o los demócratas de las naciones más avanzadas de la tierra. Su visión del comercio solamente beneficia a unos pocos. Está convencido de que los tratados de libre comercio no ayudan al bienestar de los pueblos. Es justamente lo contrario lo que demuestra la evidencia y las creencias de quienes sostienen la libertad económica y política como asuntos indivisibles. Más encima, es un Mandatario que no cree en el valor de la ciencia. El resultado se ve en el desastre que es la pandemia del coronavirus, como líder del país con más contagios e infectados.
Tercero: la importancia para nosotros. Estados Unidos es un socio estratégico de Chile. Sin embargo, la amistad y cercanía no debe ser obstáculo para reconocer que con la actual administración es casi imposible avanzar en materia alguna. Las democracias se sienten distantes del estilo, la forma y el fondo de lo que plantea el Presidente Trump. Chile no puede ser la excepción. Somos una economía que quiere seguir abierta al mundo y la inmigración responsable. Son las antípodas del candidato republicano que no quiere hacer negocios con el planeta y cerrar las fronteras. Por lo demás, es alguien que no comprende la importancia de la región de América Latina en el concierto continental. También se empecina en negar que la globalización es un factor que le excede y de lo cual no puede escaparse a una cueva.
Estados Unidos está ante un reto fundamental. La actual administración no cree en el cambio climático global. Es un gobierno que no le parece relevante la articulación con aliados en todo el planeta. Restringir los derechos civiles, a la vez que no creer en la verdad con fundamentos en la evidencia es desconfiar de los propios. Prefiere construir su propio relato de la historia. No es el momento que pueda tapar la violencia policial, el desplome por la pandemia y la desconfianza en las instituciones democráticas. Esto era impensable hace poco tiempo atrás. Es decir, en algún punto los Estados Unidos se desviaron de la historia propuesta para un sueño americano. Ese mantra de vida que tan bien encarnan las generaciones posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
Esta elección no da lo mismo. La ciudadanía global espera que los norteamericanos entreguen el ejemplo y rectifiquen el rumbo que tienen desde hace cuatro años. Estados Unidos es una nación fundamental para todos. Esperemos que puedan encontrar un camino.