Crisis de Kerch
La actual crisis ruso-ucraniana producto de los recientes hechos en el Estrecho de Kerch, que comunica al Mar de Azov con el Mar Negro, es, en esencia, un episodio más en una contienda geopolítica y geoestratégica mayor entre Rusia y determinadas potencias occidentales.
Desde que Rusia anexó Crimea el 2014, el estrecho de Kerch pasó a estar bajo el control total de Moscú, dejando enclaustrada a Mariupol, importante localidad, puerto y centro industrial ucraniano en el Mar de Azov. En efecto, Rusia posee hoy la llave del 7% de la exportación de bienes ucranianos metalúrgicos producidos en la región de la cuenda del Donest que transitan vía marítima por ese estrecho. Para algunos medios europeos, Rusia podría incluso esconder la intención de transformar el Mar de Azov, en un mar interior ruso. No obstante, y tal y como se señala, esta crisis político-militar ruso-ucraniana se inserta al interior de un conflicto mayor.
Rusia, desde que en diciembre del año 1991 puso fin a la Unión Soviética, transitó, por casi una década, a través de una compleja y difícil crisis de identidad nacional. Un hecho natural, toda vez que fue testigo y parte del desmembramiento del territorio soviético, su llamado "extranjero cercano", el surgimiento de nuevas fronteras exteriores e interiores, y la necesidad política y cultural de readecuarse y adoptar al sistema de democracia occidental y de economía liberal. Fue una década de incertidumbre, crisis económica, política y social, de un profundo cuestionamiento de cuales deberían ser los "intereses nacionales rusos" en el nuevo sistema mundial y europeo.
Durante esta fase de cruce del desierto, dos visiones de lo que debería ser la nueva Rusia aparecen y se enfrentan. Aquella que incitaba a Rusia a transformarse en un "Imperio Liberal", es decir, una entidad que debía buscar aglutinar, en torno a ella, a los ex Estados soviéticos, utilizando, para ello, todo su poder cultural (Idioma ruso) y económico (su poder gasífero), enmarcando, este accionar de corte "imperialista" dentro de los esquemas políticos de tipo occidental: generar una atracción por necesidad y dependencia.
La otra visión estaba vinculada a transformar al oso ruso en una suerte de Rusia Imperial Euroasiatica, en donde ella sería el puente y rector natural de los destinos de comunidades asiáticas y europeas, reconociendo la existencia histórica de valores políticos distintos a los occidentales, donde la autocracia, el culto a la personalidad y la debilidad de una sociedad civil se impondrían de forma natural, dando forma a un tipo de "democracia dirigida". Este esquema fue el que se impuso. Rusia ve al cordón de países de las ex repúblicas soviéticas como parte de su espacio geopolítico de proyección política, económica y cultural, pero también como un espacio geoestratégico de protección ante un adversario-enemigo histórico: Occidente.
Ambas visiones tenían un común denominador: Rusia ha sido, es y debe seguir siendo una potencia mundial.
Hoy, la crisis del estrecho de Kerch, pone de manifiesto una serie de hechos, actitudes y políticas declaratorias que parecen dispersas, inconexas, pero que responden a un patrón común: una nueva disputa geopolítica mundial entre Rusia y Occidente ha visto el día y se cristaliza peligrosamente. Entre el Mar Báltico, pasando por Europa Oriental y terminando en el Mar Negro, en incluso proyectándose al Mar Mediterráneo, diferentes fuerzas se están enfrentando, con un impresionante despliegue de potencial político, militar y diplomático.
En la zona de la cuenca del Donest y su proyección marítima, podríamos estar siendo testigos hoy, nada más ni nada menos, de la posible búsqueda por el control del Mar Negro, la búsqueda por asfixiar económicamente el Este ucraniano, y lo que sería, a todas luces, la materialización de una clara tendencia en orden a buscar contener geoestratégicamente Rusia y sus intereses, un nuevo tipo de Containment.
En este nuevo ajedrez del equilibrio estratégico mundial algunos países no son más que peones, mientras otros aspiran a ser reyes utilizando, para ello a damas, torres, alfiles y caballos. Observemos atentamente quien logra poner en jaque mate al adversario.
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