Datos, trazabilidad y contención de la pandemia
La columna está escrita en conjunto con Antonio Díaz, director de Espacio Público
Una cuarentena tiene consecuencias sociales y económicas devastadoras. Para volver a la (pseudo) normalidad lo antes posible, es necesario que nuestro gobierno realice un esfuerzo de coordinación urgente para el desarrollo de soluciones tecnológicas. De hecho, el éxito reciente de Corea del Sur es consecuencia de un sistema de testeo masivo, con cuarentenas fiscalizadas para los casos positivos y una determinación precisa de posibles contagios.
No obstante, nuestro Estado carece de una plataforma adecuada para identificar las posibles redes de contagio. Ahora bien, si existieran bases de datos -encriptados con una llave aleatoria-, los académicos y empresarios que trabajan en la industria de datos masivos podrían contribuir en la tarea. Posteriormente, el Estado podría utilizar la tecnología con datos reales y hacer más efectivo sus procesos de toma de decisiones.
Para avanzar en esta dirección, lo primero sería generar bases de datos que consoliden información que hoy está repartida en muchas fuentes oficiales (v.g. Registro Civil, AFC, universidades), permitiendo así que las vías de contagio queden debidamente identificadas. El segundo paso consistiría en geolocalizar a personas en riesgo o contagiadas. Como toda esta información forma parte de la privacidad de las personas, es fundamental que las bases de datos sean encriptadas antes de ponerse a disposición del público, y que los datos más sensibles solo se entreguen a investigadores clasificados.
En Chile, el gobierno anunció recién la creación de una aplicación que advierte sobre posibles contagios según el contacto físico con personas contagiadas. Este podría ser un avance importante hacia una gestión eficiente de la pandemia, respecto del cual otros desarrolladores y cientistas de datos podrían contribuir con soluciones complementarias o hallazgos basados en la data geolocalizada, y datos de testeos, casos positivos y fallecimientos, en una calidad y granularidad de la que en la actualidad no se dispone. Lo importante es entender mejor la pandemia, y cómo están hechas nuestras redes de contacto físico, para así poder modelarlas adecuadamente.
Por esta razón, los anuncios del Ministerio de Ciencias respecto a publicar datos agregados resultan insuficientes. Aunque se haga a partir de identidades encriptadas, es necesario caracterizar los trayectos y medios de transporte, los lugares de trabajo, la manera de tomar contacto con familiares y toda esa complejidad que está detrás de las relaciones interpersonales.
Una política focalizada en identificar y aislar únicamente a los posibles contagiados es importante para cuidar personas en riesgo, para impedir la diseminación del virus, y para que una mayor cantidad de personas posible vuelva a su lugar de trabajo. Para ello, el Consejo Económico de Alemania recomendó recién establecer y transparentar un plan de “normalización”. También para Chile necesitamos diseñar este tipo de plan, y sobre la base de análisis y tecnologías desarrolladas en cooperación con el mundo privado.
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