De Unasur a Prosur

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Chile tiene una larga tradición de compromiso con el regionalismo latinoamericano. No es casualidad que Santiago sea sede de la Cepal; que el presidente fundador del Banco Interamericano (BID) haya sido un chileno, Felipe Herrera; que Chile haya sido uno de los impulsores y fundadores del Pacto Andino; ni que la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), hoy en toda la región, haya sido fundada en Chile.

En ese sentido, es bueno que el actual gobierno de Chile despliegue ese mismo interés y compromiso con la temática regional. La convocatoria a la primera reunión de una nueva entidad regional, Prosur, a realizarse en Santiago, es expresión de ello. Nadie puede objetar el potenciar y dar mayor vigor a la integración regional. Sin embargo, la creación del Prosur ha gatillado numerosas objeciones.

¿Por qué? Las objeciones a Prosur son de forma y de fondo. En lo formal, la creación de una organización sudamericana no se puede improvisar ni anunciar de la noche a la mañana. Una iniciativa de este tipo debe ser el resultado de un extenso proceso de consultas, tanto al interior de Chile como con otros países de la región, y la sociedad civil. Sin embargo, ello no ha sido el caso, lo que rompe una larga tradición de considerar la política exterior de Chile como una política de Estado. De ahí la existencia del Consejo de excancilleres; de ahí la diplomacia parlamentaria, que involucra a representantes de todos los partidos, gobierno y oposición. Que se sepa, ninguna de estas instancias ha sido hecha parte del proyecto de creación de Prosur.

En cuanto al fondo, los problemas con Prosur son al menos dos. Por una parte, Unasur, la entidad que este nuevo organismo estaría reemplazando, está aún "vivita y coleando". ¿No es esto insostenible? ¿Vamos a comenzar a tener no solo numerosas entidades regionales, sino que también algunas que se superponen directamente unas con otras?

Por otra parte, todo indica que Prosur se crea para formalizar la ofensiva en contra del régimen de Nicolás Maduro en Venezuela. Con todo lo grave que es la situación en Venezuela, y los réditos que le puede dar en las encuestas al resto de los gobiernos de la región el atacarlo, no pareciera ser una base muy sólida para fundar una entidad regional, que por definición debe tener un horizonte algo más amplio.

Lo de Cúcuta fue un fiasco mayor, que dejó mal parados a los tres países que participaron en ella con sus jefes de Estado: Colombia, Chile y Paraguay. Fue una demostración palpable de que la improvisación y la política-espectáculo son malos consejeros de la diplomacia. Muchos dirían que Cúcuta fue solo un adelanto de lo que será Prosur. De ser así, sería un desastre para la política exterior de Chile, cuya reputación de país serio en la materia tomó mucho en construir.

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