Defensa de valores democráticos



SEÑOR DIRECTOR:

En el vasto escenario de nuestra Iberoamérica, los ecos de la historia resuenan con una cadencia inconfundible. Como Mark Twain sabiamente observó, “la historia nunca se repite tal cual, pero siempre rima”. El atroz asesinato de Fernando Villavicencio en Ecuador se erige como un doloroso eco de esta rima, una que vibra con un tono lúgubre y desolador. Su trágico desenlace, a las puertas de unas elecciones anticipadas, ha grabado una cicatriz profunda en el corazón ecuatoriano y ha resonado en el espíritu colectivo de nuestro continente.

La democracia, ese intrincado tapiz de libertades y derechos, se desgarra y se deshilacha cuando la violencia se entromete en su trama. Es imperativo que, como sociedad, meditemos sobre la trascendencia de fortalecer nuestros valores democráticos. Esta violencia no solo atenta contra la estructura democrática, sino que también socava las mismas raíces de la libertad, amenazando con sumirnos en un abismo de oscuridad y desesperanza.

Finalizo con una introspección: si, como postula Twain, la historia rima, que la tragedia de Villavicencio nos impulse a componer una nueva estrofa, una que hable de aprendizaje, acción y una defensa inquebrantable de nuestra preciada democracia. Que su eco resuene como un llamado a la acción y no se pierda en el viento.

José Alberto León M.

Área Internacional Ideas Republicanas

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.