Del desgobierno al descalabro

Sebastián Piñera


Por Álvaro Pezoa, ingeniero Comercial y doctor en Filosofía

En menos de un mes concluirá el “desgobierno” de Piñera. Parece ya ineludible considerar este periodo presidencial como pésimo en todas sus líneas, tal vez, con la única excepción del manejo de la crisis del Covid-19. Los resultados de la actividad gubernativa han sido calamitosos, tanto para Chile como para la centroderecha. El programa comprometido no se cumplió, fue olvidado y hasta traicionado. No tuvo capacidad para enfrentar la compleja situación de La Araucanía, ni siquiera la indefensión en que se encuentran sus habitantes ante la violencia terrorista. Menos supo anticipar, encarar o encauzar el “golpe de Estado” que intentaron darle a partir del 18 de octubre de 2019. Y, de paso, entregó a manos de una Convención Constituyente (CC) ultraizquierdista la redacción de una nueva Carta Magna. Paralelamente, se le desmadró completamente la inmigración masiva e ilegal de extranjeros por las fronteras nacionales, dejando un reguero de problemas de grueso calibre y larga duración para la ciudadanía. Permitió que se hiriera de muerte al sistema de AFP. En fin, la lista es demasiado extensa. Además, siempre “reaccionando” y tarde. Como perla de despedida, traspasará el mando de la nación a un gobierno de extrema izquierda.

Siendo realistas, las proyecciones que resulta posible hacer sobre el futuro son francamente lamentables. La delincuencia y el terrorismo se encuentran desatados, la inmigración incontrolable, la economía dañada. Mientras tanto, la CC avanza sin trepidar en cumplir el anhelo declarado de “refundar” Chile. Si se observan con detenimiento las propuestas que se aceptan y rechazan en su seno, queda de manifiesto el propósito de hacer trizas los principios, las tradiciones y la configuración institucional que han dado unidad, continuidad y sentido a la vida patria; y lograron hacer que el país fuese admirado en la región. De seguir por este rumbo, solo quedará una oportunidad para evitar el descalabro total: que la población rechace mayoritariamente la nueva Ley Fundamental en el plebiscito de salida. Cuando llegue esa hora (si llega, pues actualmente en nuestra sociedad todo parece ser transable o maleable), la administración suprema estará en manos de Apruebo Dignidad (AD) que, es de presumir, hará todos los esfuerzos necesarios para lograr su aprobación. La eventualidad de que se produzca una suerte de alineamiento entre el programa de gobierno de AD y los cauces jurídico políticos constitucionales para facilitar su ejecución, pueden conducir a la ruina del país, como ha ocurrido siempre que las visiones revolucionarias de cuño marxista se hacen con el poder.

Las señales de acelerada descomposición de la vida nacional son altamente preocupantes. Urge salir de la anestesiada comodidad, reflexionar y pasar a la acción. Es mucho lo que puede alcanzar una sociedad civil activa y unida en orden al bien común.

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