Denominación de calles
SEÑOR DIRECTOR:
Las calles son la principal infraestructura urbana de movilidad en las ciudades, plasman nuestra identidad a través de sus nombres, y espacializan el relato de la historia y sus transformaciones, al reconocer a sus personajes, hitos, culturas y lenguas. Es precisamente en este punto en el que parecemos inamovibles en Chile.
Basta con visitar ciudades en Perú o Guatemala para ver la diversidad de nombres de calles en lenguas locales reivindicativas e identitarias; o atravesar el Atlántico hasta Sudáfrica, en donde no solo han cambiado nombres de calles sino también de ciudades, con el fin de derribar la herencia racista del apartheid.
En Chile, la ley establece que la modificación de la denominación de calles se gestione a nivel municipal, por medio del Concejo municipal. Sin embargo, la cantidad de cambios no hacen justicia a las transformaciones identitarias e históricas, y los ingresos de este tipo de proyectos parecen ser una excepción.
En las ciudades se concentra el desarrollo laboral y académico de las mujeres; día a día se derriban nuevas brechas, cuestión que el espacio público parece no advertir. Hoy, por ejemplo, solo el 5% de las calles en el país tienen nombres de mujer.
Para revertir esta situación, en ciudades como París han nombrado calles y plazas a partir de figuras femeninas de la moda y las artes, y con ello salvarlas del olvido; mientras que en Montevideo, tres de cada cuatro nombres deben ser de mujeres por norma.
Así, el cambio de nombre de nueve calles en Santiago, con motivo de la conmemoración de los 50 años del Golpe Militar, me parece una muy buena oportunidad para ampliar el debate en torno a cómo contamos nuestra historia en el espacio público.
María José Labarca
Geógrafas de Chile
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