Derroteros del feminismo
La reciente incorporación de palabras como femicidio y sororidad en el diccionario de la Real Academia, así como el que teólogas católicas y protestantes se propongan revisar los textos bíblicos un siglo después de la primera Biblia de la Mujer, son dos ejemplos de los posibles cambios culturales que se van produciendo por obra del #Metoo. Contrastan, sin embargo, con los resultados del reciente Informe de la Brecha Global de Género del Foro Económico Mundial para 2018. En él se advierte que se van a necesitar 107 años para lograr la paridad política, así como 200 años para cerrar la paridad salarial.
Lo anterior lleva a preguntarse por el impacto del movimiento feminista, tanto a nivel global como en los países donde se expresa, ya que sus luchas están hoy en primer plano. Mientras sus demandas se van incorporando claramente en las estructuras y procedimientos institucionales existentes, todavía no se concretan en una transferencia efectiva de poder entre las élites (una mayor presencia de mujeres en cargos no se traduce necesariamente en mando efectivo), así como en cambios más sustanciales en las reglas del juego, expresadas en derechos y obligaciones.
¿Qué podría impedir mayores y más rápidos avances? Son muchos los factores, pero dentro del propio feminismo, la exclusión de las voces críticas que advierten de sus propios excesos contradice, incluso, su vocación original de apertura a la diversidad.
Por otro lado, cabe pensar cuánto influye en las posibilidades del empoderamiento femenino el recurso sistemático a la denuncia de los "excesos del patriarcado", traducidos en brechas y vulnerabilidades, ignorando las capacidades como énfasis estratégico.
Por su parte, el feminismo encarnado en los partidos experimenta mutaciones y cambios con implicancias electorales. Aunque han sido los partidos de la izquierda los más sensibles a los problemas de la mujer, el renacimiento conservador trae una situación paradójica: mientras la Alt-Right ha hecho bandera explícita de la lucha contra los derechos de la mujer y del propio feminismo, sus partidos se van "feminizando", al darle más visibilidad a las mujeres en su seno.
El Chile de 2018 asistió a una ola de indignación, que puso en el tapete la promoción de la educación no sexista, la brecha salarial, la insuficiente presencia de mujeres en directorios, las marchas por el aborto libre, la exclusión femenina de comisiones gubernamentales, la respuesta del gobierno con un agenda de género recargada y hasta las polémicas-nuevamente-por los chistes machistas del Presidente Piñera.
Lo anterior permite prever que el próximo 8 de Marzo se convertirá, sin duda, en un nuevo hito.
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