Desafíos de la empresa en 2021
La empresa deberá desplegar todo su capital de talento y visión estratégica. Pero también, se verá afectada por variables exógenas, sobre las cuales tiene posibilidades restringidas de acción, en particular las determinadas por el entorno político.
El cambio de año nos encuentra con una economía debilitada por los efectos de la pandemia. El daño experimentado es más profundo en algunos sectores que en otros. Turismo, gastronomía, transporte aéreo, entre otros, han sufrido la reducción de sus operaciones, y posiblemente las restricciones continuarán en algún grado hasta que una proporción importante de la población haya accedido a las vacunas. Otros sectores, tales como manufactura, minería, construcción, han debido aplazar proyectos de inversión, adaptar sus formas de trabajo y operación a nuevas exigencias, con esfuerzo sustantivo en costo y eficiencia, al menos transitoriamente. 2021 debería ser el año del comienzo de la normalización. Las palabras claves aquí son “comienzo” y " normalización”. El fin de las restricciones de operación a nivel interno y la reactivación de la economía internacional son el inicio de la recuperación productiva. Está por verse cuánto tiempo durará este proceso y cuál será la “nueva normalidad”. No obstante, la vuelta gradual a una economía sin pandemia ofrece una oportunidad de aprovechar plenamente los recursos ociosos en cuanto a capital instalado, trabajo y financieros. En base a ello, las empresas de diversos sectores tienen la posibilidad de retomar la actividad ágilmente, recuperando los niveles de empleo e inversión.
Sin embargo, en el 2021 jugarán otros factores, que sin duda tienen efecto sobre la inversión y el empleo. Veremos cambios políticos importantes; la discusión constitucional, las elecciones presidenciales, de gobernadores, parlamentarias y de alcaldes, necesariamente harán que el 2021 sea observado como un año de mayor incertidumbre política que en las décadas anteriores. Todo el sector empresarial tendrá sus ojos puestos en las promesas electorales y en la discusión constitucional, y en cómo ellas pueden inducir cambios normativos modificando el ambiente para la actividad productiva. Las expectativas empresariales aparecen como una variable altamente relevante en un año de gran efervescencia política. La empresa prestará atención a las propuestas y promesas electorales relacionadas con cambios en las normas que conforman su entorno productivo.
La calidad de la convivencia a nivel social es el tercer factor que afectará el proceso de reactivación de la actividad empresarial. Las demandas sociales que se hicieron más visibles a partir de fines de 2019 requieren ser satisfechas para garantizar la estabilidad social; esto requiere políticas públicas eficientes y eficaces, y no promesas y acciones de alto costo y baja sustentabilidad, que parece ser la tendencia en épocas electorales. Una de las políticas de Estado de alto efecto social y alta urgencia es la recuperación de la seguridad pública. La inseguridad se ha apoderado de muchas comunas en el país y el mayor costo lo sufren los sectores de menores recursos. La fragilidad institucional que esto muestra afecta la cohesión social, y el ambiente productivo. La empresa, por su parte, necesita hacerse cargo de validar su acción ante sus stakeholders, y afortunadamente existe actualmente una tendencia incipiente, pero decidida, en este sentido.
En resumen, la empresa estará profundamente desafiada en el 2021 y en los años posteriores, y parte de su éxito dependerá de variables bajo su control total o parcial. Deberá desplegar todo su capital de talento y visión estratégica. Pero también, se verá afectada por variables exógenas, sobre las cuales tiene posibilidades restringidas de acción, en particular las determinadas por el entorno político. La empresa debe encontrar la forma de colaborar en la discusión de políticas públicas, ofreciendo sus puntos de vista y propuestas, y contribuyendo a que las consideraciones de empleo y bienestar económico estén presentes en los procesos decisionales del Estado.
-La autora es vicepresidenta de Icare y directora de empresas
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