Desconfianza ciudadana y reformas

SEÑOR DIRECTOR:

Hay que reconocer que, con la irrupción del caso Audio y el debate suscitado con relación a los nombramientos en la Corte Suprema, se alejan las posibilidades de concretar algún tipo de reforma al sistema político en el próximo tiempo.

Es más, el eje de cualquier hipotético cambio parece desplazarse, desde las disfuncionalidades en el funcionamiento del Poder Legislativo como producto de la hiperfragmentación de partidos y de la proliferación de diputados que reniegan de las toldas partidarias que les dieron inicial cobijo, hacia el sistema judicial.

¿Y el Ejecutivo? La designación del ex timonel de RD, Diego Vela, en un cargo en la OCDE por parte del Presidente Boric ha generado polémicas. El joven en cuestión ostenta credenciales, pero ¿tantas como para moverse en tan exigentes corrillos internacionales desplazando, de paso, a una funcionaria competente? Resulta insuficiente reivindicar la confianza política como fundamento para neutralizar la asentada percepción de amiguismo y compadreo que persigue a la actual administración, especialmente en ámbitos como la política exterior. Y es que, como parte del pack de promesas para llegar a La Moneda, se ofreció todo lo contrario.

Son muchos los frentes abiertos. Se necesitará bastante más que una reforma de mínimos para intentar reducir la desconfianza ciudadana en las instituciones. El consenso concitado para aumentar las barreras para constituir partidos, así como en torno a fórmulas para impedir el discolaje constituyen, apenas, el comienzo de un programa de reformas de más largo aliento. En ello, una disciplina como la Ciencia Política así como sus cultores debieran estar llamados a jugar un rol más protagónico.

María de los Ángeles Fernández Ramil

Doctora en Ciencia Política