Desconfianza y desinformación
SEÑOR DIRECTOR:
En carta reciente, las investigadoras UDD María José Labrador y Myriam Ruiz valoran la publicación del primer informe de la Comisión Asesora Contra la Desinformación. Comparto con ellas la apreciación sobre los aspectos positivos del informe, pero no daría por superada la inquietud que produjo la creación de la comisión.
La preocupación inicial no tiene que ver con la idoneidad de sus integrantes, sino por el origen gubernamental de la comisión: en una sociedad democrática el gobierno no debe definir qué ideas pueden circular o publicarse.
En todo lo demás, el informe es un aporte contra la desinformación, pues es claro y honesto al presentar evidencia científica disponible sobre el fenómeno en Chile y el extranjero. Aporta luces para contextualizar y dimensionar el problema de la desinformación que, en una sociedad compleja como la nuestra, no es tanto la proliferación de mentiras, sino la siembra de desconfianza entre los ciudadanos y en las instituciones.
Las grandes plataformas de redes digitales facilitan la circulación de todo tipo de contenidos (veraces o no), pero también son responsables del negocio de crear entornos personalizados a nuestro alrededor, intencionados para captar la atención, maximizar las respuestas emocionales fuertes y las reacciones inmediatas. Así estas empresas ganan por publicidad, crean valor en la red y generan más datos para la compañía.
El incentivo perverso de favorecer aquello que genera más reacciones y popularidad ahuyenta a las voces moderadas, las personas pierden interés en los asuntos de interés común, favorece la polarización política y facilita el surgimiento de liderazgos populistas o autoritarios.
José Agustín Muñiz Viu
Director Escuela de Periodismo y Comunicaciones
Universidad Gabriela Mistral
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