Desigualdad social y salud: consecuencias de un Chile injusto

RECORRIDO URGENCIAS HOSPITALES
24 .10.2019 CUARTA NOCHE DE TOQUE DE QUEDA POR INCIDENTES EN EL PAIS , RECORRIDO POR URGENGIAS DE HOSPITALES DE SECTOR SUR DE SANTIAGO, COMO, HOSPITAL PARROQUIAL, SOTERO DEL RIO Y DEL PINO, OBSERVANDO NORMALIDAD EN LA ATENCION Y FUNCIONAMIENTO DE DICHOS LUGARES FOTOS: PATRICIO FUENTES Y./ LA TERCERA


Esta columna fue escrita junto a:

María José Monsalves, Facultad de Medicina y Ciencia, Universidad San Sebastián Facultad de Odontología, Universidad de Chile.

Ximena Moreno, INTA, Universidad de Chile

Cristóbal Cuadrado, Escuela de Salud Pública, Facultad de Medicina, Universidad de Chile.

En el día la Salud Universal es pertinente observar los resultados sobre inequidades en América Latina en base al Estudio de Salud Urbana en América Latina (Salurbal). Este estudio analizó datos sobre mortalidad y desigualdad en las seis ciudades más grandes de América Latina, incluyendo Santiago. Los resultados son contundentes: la desigualdad social determina profundamente la esperanza de vida de la población.

El objetivo de este estudio fue estimar la esperanza de vida al nacer, un indicador de salud fundamental, y su asociación con la posición socioeconómica local.

Los resultados son preocupantes para Chile, por al menos dos motivos. Primero, son alarmantes al informar que existe una diferencia de hasta 17,7 años en la esperanza de vida al nacer, según posición socioeconómica. Y segundo, los resultados difieren de los informes realizados localmente hasta la fecha, los que han mostrado diferencias considerablemente menores entre las comunas de Santiago.

De acuerdo a este estudio, Santiago de Chile es la segunda ciudad con mayores desigualdades en salud, sugiriendo que la esperanza de vida está determinada fuertemente por factores socioeconómicos, tales como el nivel educacional alcanzado. La brecha entre el 10% más educado y el 10% menos educado es de 8 años para hombres, y 17,7 años para mujeres. De este modo, las mujeres chilenas presentan la mayor brecha en esperanza de vida según nivel educacional de las seis ciudades analizadas.

Los autores plantean que la esperanza de vida coincide con un patrón geográfico claro al interior de la ciudad, evidenciando la segregación socioeconómica y de nivel de salud en Chile. Se observó que la mayor esperanza de vida se concentra desde el centro y hacia el oriente de Santiago, con una expectativa de hasta 17,7 años más en estas zonas favorecidas.

Los estudios sobre inequidades en América Latina son escasos, particularmente en salud. Esto es paradójico, al ser una de las regiones más desiguales del mundo. Lo informado por este estudio debe ser considerado en las discusiones actuales, ya que posiciona a Chile entre los países con peores indicadores relativos a desigualdades de la región. Esto contrasta con la imagen país de un elevado crecimiento económico y (aparente) estabilidad social durante los últimos años. Este estudio revela que las inequidades en Chile pueden ser aún más profundas de lo que se ha planteado en las últimas semanas en nuestro país, y que buenos indicadores promedio relativos a la salud de la población han solapado situaciones adversas enfrentadas por grupos específicos. Un modelo de sociedad sustentada en profundas desigualdades muestra una de sus caras más injustas en sus consecuencias sobre la salud de las personas. Sin duda, una dimensión relevante del descontento social que tiene movilizado al país en estos días.

La Organización Mundial de la Salud ha sido enfática en plantear que mientras más inequitativa en términos socioeconómicos es una sociedad, mayores serán las desigualdades en salud. Quienes tienen menos educación formal e ingresos, viven menos años y de forma menos saludable. Asimismo, sociedades más inequitativas tienden a tener peores resultados globales que las que podrían tener en un escenario de mayor igualdad. Un sistema de salud universal, eficiente, y equitativo puede amortiguar dichas desigualdades, incluso si éstas son consecuencia de profundas inequidades sociales. ¿Es importante, entonces, qué tipo de sistema de salud tenga un país? Sin duda. Nuestro sistema de salud divido, entre ricos y pobres, determinado por la capacidad de pago de las personas, actúa profundizando estas desigualdades.

Mientras consensuamos los cambios estructurales que influirán en la salud del Chile del futuro, debemos avanzar en la transformación de nuestro sistema de salud, para lograr, en el corto plazo, reducir las brechas y mejorar la salud de toda la población.

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