Desilusionante debate sobre Nuevo Currículum
Señor director:
¡Por fin un debate que apunta al corazón de lo que debiéramos estar discutiendo en educación! Llevamos décadas centrados en la institucionalidad y financiamiento del sistema y hemos abandonado la urgencia de conversar como país, sobre cuáles son los aprendizajes que deben tener nuestros estudiantes. Los que están iniciando su vida escolar egresarán el 2034 de sus escuelas. ¿Cómo será la vida que deberán enfrentar? ¿Cuáles serán las competencias que deberán ser capaces de tener para insertarse positivamente en este mundo nuevo? ¿Qué valores queremos trasmitir a las nuevas generaciones? ¿Cómo velamos por una educación que sea al mismo tiempo instrumento de personalización y que contribuya a hacer de Chile un país desarrollado y con una mejor vida en común?
Lo decepcionante es que -salvo excepciones- el debate se ha polarizado en una división artificial e ignorante. Pareciera que todo se refiere a las horas obligatorias de Historia y de Educación Física. Desde luego ha habido deficiencia de las autoridades para trasmitir los cambios curriculares que se iniciaron en el gobierno anterior. La sesión en la Cámara de Diputados en que intervinieron 12 diputados en tres minutos cada uno, demuestra una pobreza argumentativa basada en prejuicios y miradas sectoriales que da preocupación. Parecían estar más preocupados por congraciarse con el Colegio de Profesores y las demandas de docentes de historia y educación física, que debatir el fondo del asunto. Al final, rechazaron un proyecto de acuerdo para que se hiciera un amplio proceso de difusión y ganó la tesis de que se abriera una mesa de diálogo con el Colegio de Profesores y organizaciones ligadas a historiadores y a la educación física.
Soy profesora de Historia. No tengo ninguna duda de la importancia de una buena formación histórica. Pero nadie podrá decir que hoy, con un currículum recargado de horas, se está logrando ese objetivo. El currículum está saturado de asignaturas obligatorias en terceros y cuartos medios, poca flexibilidad para colegios y estudiantes para hacer proyectos curriculares interesantes, mala organización del tiempo escolar. La motivación de los estudiantes con una formación general tan dispersa tiende a decaer. Concentrar disciplinas en menos años pero con mayor profundidad es la tendencia que predomina. ¿Cómo no va a ser más motivante y más productivo tener seis disciplinas obligatorias y poder elegir entre varias alternativas mucho más contextualizadas a las experiencias de los alumnos y referidas a los grandes problemas del mundo actual?
Todo esto, sin desmerecer lo importante de que los estudiantes del ámbito técnico profesional -que son el 40% de la matrícula y que hoy no tienen Ciencias ni Educación Física- puedan tener una formación compartida con los alumnos del ámbito humanista científico. Qué y cómo aprenden nuestros estudiantes es el principal desafío que tenemos por delante.
Mariana Aylwin
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