Día mundial de la salud 2021



Por Sofía Salas, Centro de Bioética Facultad de Medicina, Clínica Alemana Universidad del Desarrollo

En conmemoración de la creación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1948, hoy 7 de abril se celebra el día Mundial de la Salud. La misión inicial de la OMS era la de “alcanzar el grado más alto posible de salud para todos los pueblos”. El tema escogido por la OMS para este año es el de “construir un mundo más justo y saludable”, lo que tiene directa relación con el impacto que ha tenido esta pandemia en poner en evidencia las inequidades en salud existentes.

Tal como ha señalado la OMS, “algunas personas pueden llevar una vida más sana y tener mejor acceso a los servicios de salud que otras, debido enteramente a las condiciones en las que nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen”. Ejemplos concretos de estas desigualdades son el mayor impacto en mortalidad por Covid-19 entre las personas más vulnerables, probablemente secundario a múltiples factores, tales como mayor prevalencia de enfermedades crónicas no transmisibles, menor acceso a salud de calidad y también a consultas más tardías. El impacto de las cuarentenas en la calidad de vida de las personas, incluyendo el acceso a educación, también es desigual. Asimismo, la distribución de vacunas a nivel global nos muestra que mientras algunos países tienen comprometido un número de vacunas muy superior al número de su población, otros dependen de iniciativas globales para lograr vacunar al personal sanitario de primera línea.

Cuando en la Declaración de Alma-Ata (1978) se propuso la meta de “salud para todos en el año 2000”, aparecía como algo ambicioso pero alcanzable. La OMS ha definido salud como “aquel estado de total bienestar físico, social y mental, y no simplemente la falta de enfermedades o malestares, siendo un derecho humano fundamental y convirtiendo a la búsqueda del máximo nivel posible de salud en la meta social más importante a nivel mundial, cuya realización requiere de la participación de otros sectores sociales y económicos en adición al sector salud”.

Tal vez esta pandemia nos de la oportunidad de retomar la senda que permita convertir la búsqueda del máximo nivel posible de salud en la meta social más importante a nivel global y nos deja varias enseñanzas:

El tradicional modelo de atención en salud centrado en la labor del médico debe ampliarse, para incluir no solo al resto del equipo de salud, sino también a factores socio-ambientales y económicos.

Al enfrentar esta pandemia, ha quedado de manifiesto que hemos fallado en muchos de los principales indicadores de prevención en salud, por lo que es necesario volver a enfatizar la necesidad de un modelo de atención centrado en las personas y comunidades, organizados en redes integradas de servicios de salud, siendo la atención primaria el eje articulador del esfuerzo sanitario. Al comienzo de la pandemia, al menos en nuestro país, se hizo evidente que sin la labor de la atención primaria y el trabajo comunitario no sería posible avanzar en algo tan básico como testeo y trazabilidad y mucho menos en el programa de vacunación.

Otra enseñanza valiosa, que seguramente los expertos sabrán desarrollar de manera adecuada, es la necesaria complementariedad público-privada. Una red integrada, que permita distribución de recursos donde más se necesitan ha sido fundamental en este esfuerzo de salvar vidas.

A su vez, al menos en nuestro país, el recurso más escaso, como han sido las camas de cuidado crítico, se ha brindado a toda persona según su necesidad clínica, independiente de factores económicos, sociales o culturales.

Cabe destacar lo bien que ha funcionado el sistema de vacunación, donde centros públicos y privados atendieron de manera indistinta a la cobertura del plan de salud y en general la priorización se realizó en base a grupos de riesgo y no por favoritismos.

De manera muy evidente, no solo en Chile sino que también a nivel mundial, ha quedado de manifiesto cómo la pandemia ha golpeado preferentemente a las mujeres, no tanto en su bienestar físico (los hombres están en mayor riesgo de fallecer), sino que son las que más empleos han perdido, más han caído bajo la línea de pobreza y para las privilegiadas que han podido mantener el empleo, compatibilizar las tareas de la crianza de los niños, el trabajo en el hogar y su propia actividad profesional o asalariada ha sido tremendamente desgastante. Por lo que también se requiere un enfoque de género para resolver las inequidades en salud.

En síntesis, la “OMS se ha comprometido a garantizar que todas las personas, en cualquier lugar, puedan ejercer su derecho a la buena salud”. Es tarea de todos aprender de esta pandemia para poder lograrlo.

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