¿Dos años perdidos?
Reinaldo Rueda se va de la Selección. Antes de seguir, es necesario aclarar que su salida fue forzada desde la ANFP, donde se hicieron todos las gestiones, informales, para sacar al colombiano de Juan Pinto Durán. Varios clubes presionaron a Pablo Milad para que lo echara, lo encontraban “caro”. Acto seguido, Milad se lo ofreció a los dirigentes colombianos para que agarrara su selección. Nunca Rueda pidió permiso para negociar con su país. Ese fue un rumor echado a correr para quitarle responsabilidad a la ANFP. No le dejaron mucha alternativa al entrenador. Con esa quitada de piso, era imposible mantenerse en la banca. Distinto era que Rueda renunciara a su contrato sin más, que era lo que se pretendía en Quilín. Esto, para enfriar algunas mentes afiebradas que comparan el cese de Rueda con el de Jorge Sampaoli para lograr una especie de empate moral.
En la cancha hay paño que cortar, o pasto, y hay muchos aspectos tácticos y decisiones que se le pueden discutir al colombiano. Lo que sí me parece gratuito e injusto, es salir con la cantinela de que se perdieron dos años. Cuidado. Como dijo el propio Rueda, él no recibió una selección campeona de América, recibió una selección eliminada del Mundial de Rusia y con el camarín en guerra civil. Muchos analizan a Chile pensando que Alexis todavía tiene 24 años, Vidal 26, Medel 27, Beausejour 27 y Bravo 28. Y que Vargas y Aránguiz son dos cabros que vienen apareciendo. Es decir, y esto lo escribí en una columna antes de la Copa América de 2019, es ingenuo y hasta bobo exigirle a este equipo un rendimiento como al de 2014 o 2015. El equipo envejeció e inevitablemente se iba plasmar en la cancha, estuviera Rueda, Bielsa o Mourinho.
Luego, y aquí está el mérito de Reinaldo Rueda, había que hacer un trabajo de fondo para darle material de recambio al equipo. El colombiano se puso las pilas: hizo jugar a 60 jugadores en sus 27 partidos clase A al mando de Chile. Y 25 de ellos debutantes absolutos. El promedio es de 0,92 jugadores debutantes por partido. Esto sin contar a los llamados a los microciclos y los que fueron nominados y se lesionaron en Juan Pinto Durán porque no aguantaron la intensidad de los entrenamientos. Juan Antonio Pizzi, que sí recibió un equipo campeón de América, en 32 partidos apenas uso 46 jugadores y sólo nueve de ellos debutantes. Un promedio de 0.28 jugadores debutantes por encuentro, tres veces menos que el colombiano. Jorge Sampaoli, para más datos, en 44 partidos hizo debutar 22 jugadores, 0,5 de promedio.
Rueda, aquejado por el envejecimiento del plantel, hizo el trabajo duro y sucio, buscó y buscó. No es su culpa que muchos de los llamados, demasiados, hayan devuelto la camiseta. Quien llegue, podrá y deberá hacer las modificaciones del caso, pero nunca tendrá que empezar desde cero como le ocurrió a Bielsa en 2007. Heredará un recambio importante entre los zagueros centrales y varios centímetros de estatura, un problema que nos costó goles en contra en Sudáfrica 2010 y Brasil 2014. En delantera, lamentablemente, no se pudo renovar tanto. Chile padece de falta de gol desde la Confederaciones 2017. Que la tabla de artilleros de nuestro campeonato tenga 10 extranjeros, uno tras otro, a la cabeza, ahorra más análisis. Sampaoli, por la ventana, y Pizzi, por la puerta de servicio, salieron huyendo de esta realidad. A Rueda, sin darle la cara como correspondía, se le invitó a abandonar la casa sin más.