Economía chilena: un resultado discreto

Si bien las cuentas nacionales mostraron un crecimiento levemente superior al anticipado y el Banco Central subió su proyección para este año, las cifras siguen siendo discretas y exigen de la autoridad un mayor compromiso con la reactivación.
Las cuentas nacionales publicadas por el Banco Central la semana pasada sorprendieron al mercado: la economía chilena creció 2,6%, por sobre lo anticipado por los datos preliminares del Imacec. El gobierno salió a celebrar el resultado y a enrostrárselo a algunos economistas que habían dudado de que sus proyecciones iniciales se cumplieran. Ciertamente crecer un poco más que el ritmo tendencial es positivo, sobre todo si el mayor crecimiento es explicado por un mejor rendimiento de las exportaciones de bienes y servicios, las que habían tenido una escasa contribución en la última década.
No hay que olvidar, sin embargo, que algunos factores puntuales influyeron en el mejor desempeño del año -año bisiesto, un flujo inusual de turistas argentinos y brasileños, entre otros- y que hay algunos elementos de arrastre que seguirán siendo un motivo de preocupación en materia económica. Uno de ellos es la inversión, que registró en 2024 una caída de 1,4% -la segunda consecutiva- y que completa más de una década creciendo en torno a un débil 1% promedio anual.
En su publicación del Informe de Política Monetaria el Banco Central prevé que el escenario algo más positivo podría repetirse este 2025. Estima un incremento del PIB en un rango entre 1,75% y 2,75%, y una expansión de la inversión de 3,7% -algo por sobre la estimación previa-. Las condiciones externas, en opinión del instituto emisor, seguirán favorables para Chile con un aumento de las exportaciones de bienes y servicios de 4,3%, esto por cuanto estiman que el deterioro del escenario externo tendrá efectos acotados en la actividad local, más centrados en el mediano plazo.
¿Son estos datos actualizados señal de que Chile abandonó una década de un virtual estancamiento? Ni mucho menos. El país creció en 2024 por debajo del promedio mundial y se ubica en el décimo lugar entre las 15 mayores economías de América Latina. De hecho, las condiciones para que Chile vuelva a crecer por sobre su potencial este 2025 tienen altos niveles de vulnerabilidad. Una profundización de la guerra comercial, con efectos reales en la actividad de los principales socios comerciales de Chile -como son China y Estados Unidos-, podría tener efectos significativos en el corto plazo en los niveles de actividad. Por otro lado, pese a que hay algunos proyectos de inversión en curso que mejorarán los resultados este año, hacia adelante el panorama para la formación bruta de capital fijo no parece cambiar sustancialmente.
Más que celebrar resultados discretos, las autoridades económicas deberían acometer un plan de reactivación, centrado en la inversión y el empleo. Además del avance del proyecto que reformula los permisos sectoriales, es importante garantizar que la iniciativa de permisos ambientales cumplirá el propósito de agilizar la tramitación y dotar de certeza jurídica al proceso de cara a los titulares. Proyectos que rigidizan aún más el mercado laboral y ponen frenos adicionales a la inversión, como la anunciada reforma que habilita la negociación ramal, no tienen ninguna cabida en una economía que sigue con rendimientos débiles, impulsados por un entorno externo más dinámico. El mismo que hoy está amenazado por la guerra arancelaria.
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