Educación: ¿estamos mejor que hace dos años?

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Si bien ha mejorado la disponibilidad de información, varios problemas de gestión -tal como ocurre con los nuevos SLEP-, y la falta de cupos para un número importante de alumnos hacen difícil sostener que la situación ha avanzado respecto a 2022.



Más allá de las polémicas que trajeron las declaraciones del Presidente Gabriel Boric, en cuanto a que el país –bajo su gobierno- estaría mejor que hace dos años, lo cierto es que estas también pueden dar paso a una reflexión que, bien planteada, puede conducir a fortalecer o enmendar el rumbo en los ámbitos más importantes para la población. Así, cabe preguntarse si, por ejemplo, en el ámbito educacional ¿estamos mejor que hace dos años?

En lo relativo a la disponibilidad de información, sin duda lo estamos. Pues hace dos años no había registro de asistencia escolar debido a la suspensión de la presencialidad, en parte apoyada por el actual oficialismo. Así también, hace dos años se suspendió el Simce por segundo año consecutivo –sumado a la aplicación parcial en 2019-, de manera que el sistema escolar no pudo saber en qué nivel se encontraban los estudiantes tras el estallido de 2019 y la pandemia. Hace dos años, de hecho, el gobierno se manifestaba en contra de este tipo de mediciones.

Hoy, afortunadamente, contamos con esa información, no obstante, esta no permite inferir que nos encontremos en una mejor situación de la que estábamos entonces. En lo relativo a la asistencia, las cifras muestran que no ha logrado recuperar los niveles de un año normal y si bien en 2023 hubo una leve mejora respecto a 2022, aún estamos casi 5 puntos por debajo de 2018 y con más de un millón de alumnos con inasistencia grave. Del mismo modo, tras una caída histórica en 2022, el Simce 2023 mostró que en 4° básico apenas se recuperó el nivel de 2018, mientras los alumnos de 2° medio siguen siete puntos por debajo de dicho año en Matemáticas.

Frente a ello, el gobierno se encuentra implementando un Plan de Reactivación que contempla –entre otros- la realización de tutorías y la contratación de revinculadores en establecimientos públicos. Aunque bien orientado, se trata de iniciativas que recién se habrían activado durante el segundo semestre de 2023 y a una escala demasiado acotada como para tener un impacto significativo. Del mismo modo, a la fecha no se conocen detalles respecto al funcionamiento de estos programas ni menos una evaluación sobre su desempeño.

Así también, en lo relativo a la revitalización de la educación pública, emblema de campaña, el gobierno se encuentra al debe. Así lo evidencian los múltiples problemas de gestión e incluso escándalos transcurridos en los nuevos SLEP –como el paro de 83 días en Atacama-, los que han carecido de una respuesta oportuna por parte de la autoridad. En la misma línea, el reciente problema causado por la falta de cupos para un número importante de estudiantes, habiendo ya comenzado el año escolar, habla de una incapacidad del gobierno de anticiparse y gestionar de manera eficaz aspectos fundamentales del sistema, fallando en algo tan básico como asegurar el derecho a la educación. Visto así, al menos en materia educativa, no parece que las palabras del Presidente tengan real asidero.

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