EE.UU. y una nueva pesadilla electoral

Ciudadanas estadounidenses protestan para exigir que se cuenten todos los votos, en Washington, D.C. FOTO: Rodney Choice/AP


Ocurrió en el año 2000, cuando George W. Bush tenía la elección asegurada, pero a último minuto se cuestionó el conteo en Florida. Semanas después fue la justicia la que debió ratificar el triunfo del político republicano. Los estadounidenses se enfrentan ahora a un escenario similar, ya que el resultado final de las elecciones del martes podría demorar, especialmente porque Pennsylvania, Michigan y Wisconsin, tres estados clave, pueden contar sus votos por correo después del día de las elecciones.

La de anoche fue una jornada caótica, larga y repleta de incertidumbre. Algunas de las proyecciones que suelen lanzar las grandes cadenas de noticias parecían distorsionadas, precisamente debido al conteo del voto por correo. Por eso, alrededor de las 03:00 Joe Biden dio un discurso en el que señaló que estaba camino al triunfo, pero que el pueblo estadounidense debía tener paciencia porque “se debe contar hasta el último voto”.

Rápidamente Donald Trump contraatacó al señalar que le estaban “robando” la elección y que los votos por correos no podían contarse después de las elecciones, algo que por supuesto es falso. Una hora después y desde la Casa Blanca, el mandatario dijo: “Francamente hemos ganado esta elección”, algo que hasta ahora es imposible de determinar.

En el campo de batalla electoral, el Presidente republicano logró retener estados clave, como Florida y Ohio, además de bastiones históricos de su partido, como Texas y los estados del “Cinturón Bíblico”. Biden, por su parte, repitió la victoria demócrata de 2016 en estados de la costa oeste como California, y de la costa este como Nueva York y Virginia. El gran premio de la noche fue Arizona, donde se impuso el candidato demócrata, algo que le dio vida, ya que fue el único estado de los que ganó Trump en 2016 que logró arrebatarle.

Con el correr de las horas, toda la atención se concentraba en seis estados: Pennsylvania, Carolina del Norte, Georgia, Wisconsin, Michigan y Nevada. En todos estos estados la lucha era voto a voto y no había una diferencia suficiente para declarar ganador a uno u otro.

Para ganar las elecciones se necesitan 270 votos electorales, que se distribuyen de un total de 538 repartidos entre todos los estados de acuerdo con su representación en el Congreso. Biden tenía más margen para combinar distintas posibilidades. Así, para su victoria necesitaba Pennsylvania y otro estado del noreste industrial, como Wisconsin o Michigan.

En caso de que Biden termine imponiéndose en Georgia –aunque Trump se dio como ganador en este estado-, no necesitaría Pennsylvania. En cambio, para ser reelecto Trump necesita mantener cuatro de cinco estados de los que ganó en 2016: Wisconsin, Michigan, Pennsyvania, Carolina del Norte y Georgia. De esta manera, tiene margen para perder solo uno de esos estados.

En cuanto al conteo de votos electorales, Biden conseguía 227 y Trump 213 de acuerdo con el diario The New York Times. Pero tal como pasó en el año 2000, nada está dicho todavía.