Ejemplo
SEÑOR DIRECTOR:
Con nuestros tribunales de justicia repletos de causas de fundaciones que hacen del engaño su principal actividad; de farmacias municipales acusadas de fraude al fisco, y ahora de Codelco que compra empresas fantasma de litio, el ejemplo de Anibal Pinto, Presidente de Chile, que firmó la declaración de guerra a Perú y Bolivia y la ganó, resulta emocionante. El cronista Enrique Bunster describe así los últimos años de Pinto (Bala en Boca, Editorial Yaca, pp 79):
“Cumplida su tarea, el ciudadano fatigado y envejecido volvió a la vida privada, ocupando la modesta casa del barrio Yungay que don Eusebio Lillo accedió a arrendarle. Rehusó los honores y recompensas, tales como la legación en Europa y la candidatura senatorial que le fueron ofrecidas. Y no es que estuviera precisamente rico. Había salido de La Moneda debiendo ciento ocho mil pesos. Para pagar a los acreedores tuvo que vender una parte de sus acciones de las minas de Puchoco, y para subsistir con sus siete hijos aceptó el puesto de redactor y traductor de folletines de El Ferrocarril.
A raíz de su muerte, una pensión de cinco mil pesos alivió la pobreza de la viuda”.
Julio Dittborn C.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.