El arriesgado “Plan B” del Presidente
Inesperadamente, el Presidente Gabriel Boric decidió entrar en la contienda plebiscitaria, trazando una “hoja de ruta” en caso de que la opción Rechazo termine imponiéndose. De acuerdo con el Mandatario, lo que correspondería en ese caso es abrir un nuevo proceso constituyente. “De ganar la alternativa Rechazo, lo que va a pasar es que vamos a tener que prolongar este proceso por un año y medio más, en donde va a tener que discutirse todo de nuevo a partir de cero”, señalando que para estos efectos debería convocarse a una nueva convención constituyente.
Sus palabras no fueron fruto de una improvisación, sino de un diseño elaborado en el comité político, el cual por lo visto no fue sensibilizado antes con el resto de los partidos que conforman el gobierno, lo que terminó generando encontradas reacciones.
Las declaraciones del Presidente -quien dio a conocer este itinerario en una entrevista concedida a un matinal- se dan en un contexto donde la opción Rechazo ha ido ganando creciente predominancia -si bien es temprano aún para darla como la opción ganadora- y cuando el propio Jefe de Estado había cerrado la puerta a otras opciones que no fueran el Apruebo o Rechazo, desestimando alternativas como el “rechazo para reformar”, o mirando con distancia el “apruebo para reformar”.
Este “plan B” supone un giro de proporciones en la línea seguida hasta ahora por La Moneda, cuyos efectos políticos, pero sobre todo electorales, son ineludibles, no exentos de importantes riesgos políticos para el oficialismo. Desde luego, es un hecho destacable que el Mandatario y su equipo más cercano finalmente hayan decidido revelar cuál será la estrategia que el gobierno pretende seguir en caso de que se imponga el Rechazo. Centrar toda la apuesta en el Apruebo y desentenderse de que la opción Rechazo es la que hasta ahora va liderando no solo suponía un negacionismo absurdo, sino que además generaba un vacío político al no haber claridad de cuáles serían los pasos que seguiría La Moneda a partir del 5 de septiembre.
Al decidir mostrar sus cartas, cabe valorar que el Jefe de Estado haya comprometido ante el país su voluntad de continuar con el proceso constituyente en un escenario de Rechazo, pues la necesidad de impulsar cambios constitucionales va en sintonía con la preferencia expresada por la inmensa mayoría del país. Ello resulta ordenador y por cierto echa por tierra el eslogan esgrimido desde el oficialismo en cuanto a que el Rechazo no es garantía de avanzar hacia un nuevo texto constitucional.
Esto por supuesto que ha sido muy resentido por sectores de izquierda así como de exconvencionales, que ven en las palabras del Mandatario un inexplicable debilitamiento del Apruebo, puesto que con ello esta alternativa deja de ser la única llave para hacer reformas transformadoras, como pretenden hacer creer a la ciudadanía quienes defienden esta opción. En los días que siguen se podrá apreciar con más claridad si los dichos presidenciales se traducen en un efecto electoral concreto, considerando que el “costo” de votar Rechazo para sectores aún indecisos o inclinados al Apruebo, pero con dudas, ciertamente a partir de ahora disminuye, en especial porque en el “plan B” el gobierno no está considerando promover que el texto propuesto por la Convención sea siquiera considerado como propuesta base.
Con todo, es preocupante que el Presidente Boric se haya anticipado a establecer que una convención constituyente será el camino que promoverá el gobierno, esto es, repetir el mismo esquema seguido hasta ahora. No cabe descartar que detrás de este diseño se esconda la secreta esperanza en el comité político de que al insistir en una convención similar a la que hemos tenido, la ciudadanía prefiera en ese caso migrar al Apruebo y ahorrarse repetir la experiencia, considerando la desafección y pérdida de confianza que terminaron generando los exabruptos de la Convención. Pero si esta fuera la estrategia entonces constituiría un grueso error de cálculo, porque es un hecho que la ciudadanía no ha dejado de creer en un proceso constituyente; las críticas han sido sobre todo hacia los maximalismos, pero es evidente que no se ha renunciado a los cambios sociales como tampoco al deseo de que estos se hagan en forma responsable.
El diseño de un nuevo camino constituyente no está en manos del Ejecutivo, sino que deberá ser un pacto consensuado en el Congreso, entre todas las fuerzas políticas, incluido el gobierno. De allí que no cabe de antemano limitar las opciones solo a una nueva convención; esta es una de las alternativas posibles, pero también cabe explorar un comité de expertos -opción que de acuerdo con distintos estudios de opinión no es mal vista por la ciudadanía-, o bien rescatar parte de lo aprobado por la Convención, entre otras fórmulas. Si finalmente gana el Rechazo, lo importante será recoger las experiencias y lecciones que deja el actual proceso, pues resulta claro que no hay margen para volver a incurrir en los mismos errores.
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