“El arte de lo posible”
Por Juan Carvajal, periodista y exdirector de la Secom
Se dice que Aristóteles, Maquiavelo, Bismarck y Churchill se refirieron a la política como “el arte de lo posible” y, si eso es así, el autor es Aristóteles, el filósofo y científico de la antigua Grecia considerado como uno de los padres de la filosofía occidental.
En estos tiempos se ha demonizando a quienes se amparan en este principio para explicar que las cosas en política hay que hacerlas en función de lo que determina la realidad y no en torno a los deseos, que siempre superan por lejos lo que se puede concretar, por razones de correlación de fuerzas o fenómenos culturales que a veces requieren de cierta maduración para que se dé la sinergia necesaria que permita cambios manteniendo y ampliando los apoyos. También se ha intentado asociar esta frase a la llamada “vieja política”, por quienes se sienten reformadores, vehículo de lo nuevo o que rechazan los llamados viejos estilos. No ha faltado quien en un arranque retórico ha dicho que “la política es el arte de lo imposible”.
Sin embargo, el flamante futuro gabinete que dio a conocer el presidente electo Boric es una extraordinaria muestra de pragmatismo en la articulación de nombres que combinan lo generacional, la diversidad, la incorporación de las regiones, pero por sobre todo el enfoque de un equipo que políticamente responde a lo que se requiere en este momento para generar un apoyo más sustantivo a un Presidente que obtuvo una histórica votación, que no se corresponde con el resultado de su coalición. En otras palabras, se buscó una fórmula de “lo posible” para lograr la ampliación de la fuerza política y social que permita viabilizar diálogos y acuerdos que son imprescindibles para materializar los cambios que proponía la coalición vencedora.
Desde que fue electo Gabriel Boric ha logrado proyectarse con un liderazgo realista y muy en consonancia con lo que la mayoría del pueblo espera y que pareció alejarse tanto en el contexto de una campaña presidencial que se polarizó de manera alarmante y lejos de lo que el país -azotado por la pandemia, la violencia y la desigualdad- exigía: cambios con estabilidad, el retorno del respeto a las instituciones y el derribamiento del último enclave de la dictadura, la Constitución del 80.
Hoy se discute una nueva Carta Magna en el organismo más diverso, plural y representativo que haya tenido Chile, y se dispone a asumir, en pocas semanas más, el gobierno más joven que se recuerde en el país. Ambos fenómenos surgieron luchando por conseguir lo imposible y lograron simbólicas y estratégicas victorias que implicarán un importante salto en el desarrollo nacional. Sin embargo, ahora no hay mayoría en el Senado ni en la Cámara y es tiempo de buscar la implementación de los cambios que se requieren con el tino, la paciencia, la astucia y por sobre todo con el liderazgo de Boric. Afortunadamente Aristóteles rondó en momentos decisivos en la cabeza del presidente electo, para reivindicar su concepto de la política.
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