El arte del chaqueteo

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Qué inoportuna y lamentable la polémica respecto al Nuevo Museo NuMu en Vitacura. Más aún en momentos que el egoísmo y desconexión de las elites queda evidenciada con las escandalosas fiestas clandestinas del litoral.

En una iniciativa filantrópica sin precedentes, el empresario Claudio Engel decide donar los recursos para construir y habilitar un museo que permita el acceso público y masivo a sus colecciones, consideradas entre las mejores de arte contemporáneo latinoamericano, inversión cercana a los $16 mil millones.

La iniciativa es presentada al municipio hace unos años, el cual luego de varios estudios, aprueba -por unanimidad del Concejo- su desarrollo como concesión municipal en el sector poniente del Parque Bicentenario. Finalmente, en octubre del 2020 se organiza un concurso abierto de arquitectura donde llegan más de 76 propuestas, resultando ganador el excelente proyecto de Cristián Fernández.

Lo que debería ser motivo de apoyo transversal, lamentablemente comenzó a ser criticado por algunos vecinos acusando falta de transparencia, participación, impactos ambientales y hasta elitismo por concentrar la oferta cultural en el sector oriente.  Ante la supuesta falta de transparencia o participación, parece insólito que un proyecto discutido en varias sesiones del concejo municipal -representantes legítimamente electos por los vecinos-, ampliamente publicitado, y llamado a concurso abierto de arquitectura, se cuestione por poco participativo, cuando el Plan Maestro del Parque Bicentenario siempre consideró un equipamiento cultural en ese sector.

En cuanto a quienes critican que debería emplazarse en una comuna más central o periférica, luego de ver cómo se destruyó el museo Violeta Parra, o la poca presencia metropolitana de museos tan valiosos como el MIM, el hecho que el NuMu se ubique en uno de los parques urbanos más visitados de Chile, con mayoría de usuarios de otras comunas, a pasos de las nuevas estaciones de la línea 7 de Metro y enlaces de autopistas, fortalecen su vocación metropolitana. Que una institución cultural privada se ubique en el sector oriente no implica que sea exclusiva. Ejemplo notable es el caso de la Fundación CorpArtes, que en los primeros 3 años del CA660 en Las Condes logró que más de 100.000 escolares de escasos recursos conocieran y participaran en actividades educativas vinculadas a la obra de artistas como Joan Miró, Kusama o Kapoor.

Esta falsa polémica me recuerda la historia del Templo Bahá'í, que sufrió tal oposición para que no se emplazara en el Parque Metropolitano, que finalmente terminó construido en la precordillera de Peñalolén. Se convirtió en un espacio memorable, pero de difícil acceso para gran parte de la ciudadanía. En tiempos de crisis debemos de dejar el chaqueteo atrás, celebrar la filantropía y apoyar este tipo de iniciativas.

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