El Banco Central y la inflación
El buen manejo del instituto emisor para salir prontamente del shock inflacionario en que se encontraba el país confirma la importancia de tener una institución constitucionalmente autónoma y de alto perfil técnico.
Marcando un claro contraste con lo que fue 2022, cuando la inflación anual alcanzó 12,8%, su mayor variación desde 1991, 2023 estaría cerrando en torno a 4,5%, una cifra que da cuenta de que el fenómeno inflacionario en lo medular ya se encuentra bajo control, situando a Chile en niveles mucho más holgados que algunos países desarrollados, e incluso que la media mundial, que de acuerdo con el FMI se situará en torno a 5,9%.
De esta forma, Chile forma parte de los países que más tempranamente logró salir de los complejos escenarios inflacionarios que dominaron a buena parte de la economía global, confirmando el manejo profesional de nuestra macroeconomía. Fundamental responsable en estos resultados ha sido el Banco Central, confirmando nuevamente la importancia de tener una entidad constitucionalmente autónoma y de alto rigor profesional que tenga como una de sus tareas primordiales velar por el control de la inflación.
La política implementada por el instituto emisor para controlar la espiral inflacionaria no estuvo exenta de críticas, particularmente porque el fuerte endurecimiento de la política monetaria y su gradual ritmo de flexibilización se ha traducido en un encarecimiento del crédito y su consecuente impacto sobre la economía. Los expertos seguramente debatirán durante largo tiempo si la profundidad y extensión de las medidas adoptadas por el Banco Central respondieron a la juta dosis que se requería, o si el ajuste, así como la velocidad para ir normalizándolo, fueron más allá de lo conveniente. Pero lo concreto es que de acuerdo con las proyecciones que ha entregado el propio instituto emisor, las expectativas de inflación volverían a anclarse a la meta del 3% dentro del segundo semestre de este año. El Central, en su última reunión de política monetaria, ya dio una señal de que en la medida que las condiciones lo permitan la reducción en la tasa de política monetaria será contundente, como lo fue el recorte de 75 puntos base.
Durante el primer proceso constituyente, hubo algunas voces que cuestionaron la autonomía constitucional del Banco Central, criticando que el acento de su quehacer estuviera tan centrado en el control de la inflación, sin necesariamente tener a la vista otras variables también importantes, como el pleno empleo, la distribución del ingreso o los stocks de bienes naturales. Estas críticas se fueron diluyendo y la propuesta constitucional que de allí emanó en lo fundamental mantuvo la actual institucionalidad que rige a dicha entidad, mientras que en la reciente propuesta de la Comisión Experta y el Consejo Constitucional también se salvaguardó su carácter de órgano independiente, conservando sus atribuciones y objetivos fundamentales.
Es saludable que a un amplio nivel político se haya asentado la importancia de contar con un banco central plenamente autónomo y técnico para sus decisiones, lo que se ha visto refrendado ante un control eficaz del shock inflacionario por el que atravesamos. Ello recuerda la importancia de cuidar esta institucionalidad, blindándola del ciclo político y de interferencias sobre su quehacer. De allí que llamaran tanto la atención las declaraciones del ministro de Hacienda, quien anticipó que en las siguientes dos reuniones de política monetaria habrá importantes recortes de tasas. Si bien esa es la trayectoria probable que el propio Central ha delineado, no corresponde que autoridades de gobierno se adelanten a decisiones que son privativas de otros órganos.
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