Columna de Daniela Lagos: El bueno de Ted Lasso lo hizo otra vez
Así, esta segunda temporada de la producción de Apple TV+ se la juega por hablar sobre vulnerabilidad, sobre mirar de frente los problemas que preferiríamos evitar, sobre aceptar nuevos desafíos.
El año pasado cuando Apple TV+ entró a la ya abarrotada competencia de los servicios de streaming, lo hizo con impresionantes cartas bajo la manga. Un drama protagonizado por Jennifer Aniston, Reese Witherspoon y Steve Carell. Grandes presupuestos para contar una historia alternativa sobre la carrera espacial. Una nueva producción de M. Night Shyamalan.
Pero hoy, a poco más de un año y medio de su inicio de transmisiones, su gran éxito está siendo otro, una pequeña comedia que hoy es la niña bonita del baile y que consiguió el récord de nominaciones al Emmy para una primera temporada.
Ted Lasso llegó a la pantalla con un protagonista semi conocido para la audiencia fuera de Estados Unidos (Jason Sudeikis, Saturday Night Live) y una trama absurda: la historia de lo que pasa cuando un entrenador de fútbol americano llega a hacerse cargo de un equipo de fútbol de la Premier League inglesa, sin saber nada sobre el deporte ni tampoco mucho sobre el país.
Ahí, en sus primeros diez capítulos la serie presentó sus virtudes: un personaje de un optimismo, buen humor y fe en la humanidad aparentemente inagotables, chistes de choques culturales, personajes disparatados pero en su mayoría adorables, humor absurdo y, por sobre todo, buenas vibras y amabilidad. Una mezcla que puede parecer más de los 60 que del 2020 pero que los actores, guionistas y directores hicieron funcionar en un perfecto equilibrio para hacer una serie querible y muy poco estresante, por lo que además pareció llegar en el momento justo.
El 23 de julio se estrenó en la aplicación el primer capítulo de la segunda temporada con un desafío mucho mayor: no arruinar lo que había hecho la primera temporada y tampoco repetir los chistes. Y con tres capítulos en marcha se puede ver que la serie no ha perdido su encanto ni tampoco su brillo.
El segundo ciclo empieza con el equipo en segunda división y siete empates consecutivos, lo que no tiene nada de feliz a la fanaticada y los jugadores. Dos de los referentes del plantel ya no están ahí y se enfrentan a sus propias crisis existenciales, mientras que la llegada de una terapeuta hace que el entrenador Lasso se cuestione su propia capacidad de enfrentar las partes de su vida que no son tan perfectas.
Así, esta temporada se la juega por hablar sobre vulnerabilidad, sobre mirar de frente los problemas que preferiríamos evitar, sobre aceptar nuevos desafíos. Son grandes temas que Ted Lasso consigue tocar entre las bromas y el absurdo que ya la caracteriza. Son asuntos que le dan una nueva capa a una serie que parece haber tomado la misión de entregar un poco de bondad (pero no bobería) en tiempos cínicos. Una tarea nada de fácil pero que sin duda cumple.