El cambio de ciclo
Por Paulina Vodanovic, presidenta de Horizonte Ciudadano
El hastío de la ciudadanía con la política tradicional no es nuevo. Lo indica la evidencia sociológica acumulada y lo indica el comportamiento electoral desde que existe voto voluntario: hay un persistente distanciamiento con aquello que simbolice la representación partidaria clásica. Es importante recordar que la promulgación de la ley de inscripción automática y voto voluntario hace más de ocho años se basó en una ilusión: el sistema político sería capaz de reinventarse y conquistar al electorado. Con el gobierno de Michelle Bachelet se instauró un sistema proporcional para ampliar las opciones en disputa y se incorporaron cuotas para avanzar en paridad de género. Llevamos mucho tiempo apostando por la responsabilidad del mundo político en su propia renovación.
Pero vino el estallido y vinieron los resultados del plebiscito del 25 de octubre: se escuchó con fuerza que ya no podemos esperar que las prácticas políticas tradicionales resuelvan las brechas existentes con la ciudadanía. Estamos embarcados en un cambio de ciclo.
¿Cómo se relaciona el desinterés en las elecciones y la desconfianza en la actividad política misma? Las y los ciudadanos no buscan restarse de la discusión pública; simplemente entendieron hace mucho que la democracia es mucho más que el ejercicio del derecho a sufragio. Demandan reconocimiento y, en particular, exigen ser parte de las decisiones que le afectan diariamente. Tampoco sirven las meras consultas. Hoy se pide más, porque se sabe que se puede hacer más. Una muestra clara fue la multiplicación de cabildos y encuentros en las plazas de todo Chile, surgidos de la semilla del proceso constituyente iniciado en 2016.
La Política, con mayúscula, tiene una nueva oportunidad. Tenemos un calendario electoral cargado, pero sobre todo tenemos un camino inédito de construcción constitucional que puede restaurar una legitimidad perdida. A no equivocarse: tal como ha ocurrido en los últimos años, nadie pedirá permiso a las autoridades ni a las dirigencias nacionales para empujar los cambios.
Quienes creemos en el carácter central de los partidos políticos para la democracia estamos llamados a actuar con humildad. Sepamos entender en el arrollador triunfo del plebiscito esa demanda por compartir el poder para trazar el rumbo colectivo. Sepamos abrir espacio a una representatividad que no está en tres comunas. En otras palabras, sepamos estar a la altura de un cambio histórico. Ya es parte del sentido común preguntarse por lo absurdo de hacer lo mismo una y otra vez, esperando obtener resultados diferentes. Es imperdonable postergar la existencia de escaños para pueblos originarios, de mecanismos para candidaturas independientes competitivas, la inclusión de personas con discapacidad o miles de compatriotas que viven en el extranjero.
Porque el cambio de ciclo ya partió. Lo que falta por saber es si el mundo político llegará a tiempo para subirse a este carro en movimiento.