El casillero vacío

ENTREVISTA ALCALDE JOAQUIN LAVIN
21.08.2020 FOTOGRAFIAS DE ALCALDE DE LAS CONDES JOAQUIN LAVN PARA LT DOMINGO DE LA TERCERA, IMAGENES REALIZADAS EN DEPENDENCIAS DE LA MUNICIPALIDAD DE LAS CONDES FOTO: PATRICIO FUENTES Y./ LA TERCERA

Esta semana Joaquín Lavín se definió socialdemócrata y Cristián Monckeberg, socialcristiano. Confesiones ideológicas un poco extrañas en un contexto como el actual, y más todavía proviniendo de personeros de derecha. Pero, en realidad, el sentido de esas expresiones no era doctrinario sino táctico, y responde a una doble convicción que desde hace tiempo avanza en el oficialismo: la primera es que la distancia crítica asumida por la centroizquierda respecto al Chile construido desde 1990 no tiene vuelta atrás; es decir, el daño generado por las fuerzas de la ex Concertación respecto a su propio pasado es algo irreparable. No habrá posibilidad de reconstituir el vínculo simbólico y afectivo con aquello de lo cual se renegó tan brutalmente.

La consecuencia de esto alimenta la segunda convicción: la vergüenza de la centroizquierda por su rol en los últimos 30 años derivó en un fenómeno tipo “síndrome de Estocolmo”; dicho sector está emocionalmente secuestrado por el PC y el Frente Amplio, y no solo no puede liberarse de ello, sino que tampoco desea hacerlo. En resumen, lo que alguna vez fueron referentes socialdemócratas y socialcristianos de la centroizquierda hace rato dejaron de existir; en la actualidad funcionan casi instintivamente como meros satélites de la izquierda radical, culposos y por tanto sin ninguna autonomía. Más encima, ad portas de un nuevo ciclo electoral, dichas fuerzas tendrán que hacer pactos electorales con el PC y el FA, de lo contrario, corren el riesgo de terminar reducidas a la mínima expresión.

Al final del día, es esta vocación suicida la que hoy tiene a ese sector sin posibilidades de levantar un liderazgo presidencial, y con la perspectiva cada vez más cierta de terminar apoyando a un candidato del PC o del FA en primera o en segunda vuelta. Si hay primarias, parece difícil que un candidato socialdemócrata o socialcristiano logre imponerse. Si no hay primarias y compiten en primera vuelta, lo más probable es que al balotaje pase el candidato del PC o alguno del FA. En cualquier caso, la posibilidad de que el mundo que alguna vez representó la Concertación pueda perseverar solo ha disminuido en el último tiempo, y nada anticipa que esa tendencia vaya a modificarse.

En síntesis, la audacia mostrada por Lavín en estos días solo es una derivada de dicho escenario; un escenario donde el casillero dejado vacío por la centroizquierda no puede ser llenado ni por el PC ni el FA, pero menos aun por los que renegaron de su pasado y hoy viven acomodados a su voluntario secuestro. Cuando el alcalde de Las Condes se definió como socialdemócrata puso sobre la mesa, quizás sin saberlo, el peso de una significativa verdad histórica: en el siglo XX la socialdemocracia solo fue posible por su diferencia y su distancia crítica con la izquierda anticapitalista. Y en el Chile de los últimos años esa diferencia y esa distancia simplemente dejaron de existir.

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