El compromiso de José Said con Palestina

José Said Saffie


Por Saeb Erekat, secretario general de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP)  

La memoria histórica de las naciones es una construcción de muchos eventos y personajes que fueron determinantes para su ruta. Lo que ha sucedido con Palestina desde la Declaración Balfour de 1917, la Nakba de 1948 y la ocupación de 1967, es de una inmoralidad e injusticia que ningún pueblo podría aceptar. Los efectos del colonialismo y la impunidad han perpetuado la negación de los derechos de todo el pueblo palestino, tanto bajo ocupación israelí como en el exilio. Es en ese contexto, donde la mismísima identidad palestina ha intentado ser negada, es que el compromiso de los palestinos de Chile resulta particularmente emocionante. Sería muy difícil e injusto hablar de esa sólida relación entre Chile y Palestina sin nombrar a don José Said.

Los aproximadamente 13 mil km. existentes entre Chile y Palestina parecen no sentirse cuando uno visita vuestro país. Una de las personas que impulsó ese acercamiento fue don José Said. Para don José olvidar su patria de origen nunca fue una opción, a pesar de lo difícil que significó ser palestino durante sus 90 años de vida. Él fue una de las primeras personas en venir a Palestina para ofrecer su ayuda para la reconstrucción durante el proceso de paz. La fotografía de don José Said junto al Papa Juan Pablo II y al presidente Yasser Arafat en Belén el año 2000 inmortalizó ese momento.

Meses después de esa fotografía vino el colapso del proceso de paz. La destrucción provocada por la invasión israelí de Belén, incluyendo el cerco de la Iglesia de la Natividad, fueron cuantiosas. Fue en esos difíciles momentos donde se vio quienes estaban realmente comprometidos y don José, junto a la Fundación Palestina Belén 2000, estuvieron entre los primeros que enviaron ayuda humanitaria a la ciudad cuna de Jesús. No importaba el paso del tiempo, don José continuaba con su entusiasmo sobre el devenir de Palestina. Luego del ingreso de Palestina en la UNESCO, y la inscripción de la Iglesia de la Natividad como Patrimonio de la Humanidad el 2014, don José fue uno de los primeros en contribuir a su restauración. Cuando visito esa hermosa Basílica no puedo sino pensar en todos quienes han ayudado a preservar ese lugar santo y don José está con honores dentro de esa lista. Recuerdo durante nuestra última reunión en Santiago, el 2015, me hablaba de los planes que tenía para proveer de empleo a la gente en su ciudad de origen, Belén. Luego supe de algo que no mencionó: que también estaba contribuyendo a la formación de estudiantes palestinos en la Universidad de Belén.

Don José no fue solo un gran empresario. Más importante aún fue un gran esposo y padre guiado por sólidos valores que se reflejaban en su compromiso con Palestina, aportando desde allí a un mundo más justo. Mientras las campanas suenan en ritmo de luto en su amada Iglesia de la Natividad, los rezos por su alma se multiplican y su recuerdo se ha inscrito entre los grandes que han contribuido a que en algún momento, más temprano que tarde, se logra la libertad, paz y justicia en Palestina.

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