El costo de las malas señales
Por Juan Carvajal, periodista y ex director de la Secom
“Vamos a seguir recibiendo venezolanos en Chile, porque tenemos un deber de solidaridad”. Esas fueron las palabras que en marzo de 2018 pronunciaba Sebastián Piñera en una entrevista con el prestigioso medio alemán Deutsche Welle. Qué complejas y dramáticas suenan esas palabras, cuando centenas de -principalmente- venezolanos deambulan hoy por la pequeña localidad de Colchane, en la que viven 300 personas y que malamente acoge a 1.800 migrantes. Todos ellos vienen a buscar una mejor vida, seguramente pensando en ese “verdadero oasis con una democracia estable” del que habló el Presidente chileno hace algún tiempo.
No cabe duda de que el Mandatario no se debió haber imaginado jamás, cuando dijo esa frase, el peso que tendrían esas palabras, las consecuencias que habría, ni menos, que pocos años después caravanas de migrantes venezolanos ingresan al país en plena pandemia, con sus familias y niños, que viajan en una situación precaria, esperando el abrazo de un país que, en una difícil situación, les ofreció solidaridad.
En política, la palabra se transforma en compromiso y el compromiso en acción. Y cuando se trata del ámbito internacional, ésta tiene un peso aún mucho mayor. Especialmente cuando se trata de la palabra de gobiernos y aún más de presidentes. Precisamente un año después, Piñera creyó llegado el momento de alcanzar una dimensión internacional, cuando Juan Guaidó, Presidente de la Asamblea Nacional de Diputados en ese tiempo, fue envestido como Presidente Encargado de Venezuela. Allí, junto al Presidente colombiano Iván Duque, llegaron a la ciudad fronteriza de Cúcuta. Eran pasadas las 15:45 horas en Chile de ese viernes 22 de febrero de 2019, cuando la intervención del Mandatario interrumpió la transmisión del evento “Live Aid”, que se exhibía a través de una pantalla gigante. En la oportunidad -agregó- “no puede haber nada más cruel que un gobierno que niega y cierra los caminos de la ayuda humanitaria que su propio pueblo tanto necesita (...) Estamos aquí por una razón política, compromiso con la libertad, democracia, el estado de derecho y respeto a los Derechos Humanos, un principio básico de la política exterior chilena”, puntualizó el Presidente Piñera en esa oportunidad.
Hoy, la historia pone a prueba la palabra y el país se ve enfrentado a tomar decisiones frente a una ola migratoria que el gobierno no ha podido ni ha sabido encauzar, ni controlar. Con ministros en el norte, se busca manejar un conflicto que ya superó todo margen y los esfuerzos ahora se ponen en la expulsión de una tremenda cantidad de migrantes, en lo que se calcula que deberían ser unos 15 vuelos. Mientras tanto, mujeres, hombres y niños resisten el frío y están expuestos a los contagios, mientras policías, militares y autoridades siguen siendo sobrepasadas por el flujo de migrantes que pasan por los innumerables tramos de frontera entre Chile y Bolivia.
Frente a una situación similar que esta enfrentando Colombia, el Presidente Iván Duque ha anunciado que en su país se establecerá un Estatuto de Protección Temporal para migrantes venezolanos, con el objetivo de brindar atención a quienes huyen de la dictadura. Este mecanismo les permitirá contar con información para otorgarles estatus migratorio y, en 10 años, la posibilidad de una visa de residente para quienes han permanecido en condiciones ilegales en ese país.
Para tener en cuenta lo que se dice, y cuándo y dónde se habla.
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