El derecho a vivir en un país carbono neutral
Juan Carlos Castilla es académico de la Universidad Católica y Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnológicas 2010.
Tal como lo establece el reciente informe del Panel Internacional sobre el Cambio Climático (IPCC): es inequívoco que las actividades humanas han calentado la atmósfera, océanos y las masas de hielos. Es también una constatación de que se han producido cambios climáticos amplios y rápidos, algunos de ellos con graves consecuencias para la humanidad y donde los más perjudicados son los más vulnerables. ¿Quién podría, hoy en día, negarlo? Hace décadas que los científicos del IPCC pronosticaron el cambio del clima y el calentamiento global, ello debido al sostenido e imparable incremento de los gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera y de sus consecuencias para la sostenibilidad de la vida en nuestra casa común e íntima: la biosfera.
Muy pocos países en el mundo atendieron seriamente este llamado, originalmente realizado en la Cumbre de Rio de Janeiro (1992), donde la Conferencia de las Partes (COP) pasó a ser el organismo supremo y el IPCC, su brazo científico. En mi apreciación, mundialmente ha existido una larga, decepcionante e irresponsable historia climática, desde la firma del Protocolo de Kioto (1997), su ratificación (2005) y su finalización en 2015, con la adopción del Acuerdo de París. Este acuerdo, por primera vez, contempla protocolos para las reducciones de GEI, soberanamente determinadas. Los objetivos al 2050 están definidos; del mismo modo que Naciones Unidas ha definido las 17 metas de sostenibilidad para el 2030.
Chile forma parte de estos esfuerzos. Respecto al cambio climático, ha comprometido al 2030 reducciones de GEI de entre un 30% y 45%, en este último caso dependiendo de aportes internacionales. Por otra parte, según el informe en la COP25 (Chile-España), el país se ha comprometido a alcanzar en 2050 la carbononeutralidad (equiparar las emisiones de GEI con las capturas). Nuestros avances en la generación de energías renovables no convencionales (solar, viento, hidrógeno verde), electromovilidad, forestación con especies nativas y otros, nos muestran en la vanguardia climática latinoamericana.
Hace 40 años, una Constitución no consultada con la ciudadanía estableció en el Artículo 19 N°8 que los chilenos teníamos: “El derecho a vivir en un medioambiente libre de contaminación”. Hoy Chile tiene una Convención Constitucional democráticamente elegida y con paridad de género, que redacta una nueva Constitución. El derecho a vivir en un medioambiente libre de contaminación sigue presente. No obstante, la realidad climática del siglo XXI nos apremia a explicitar inequívocamente en la Constitución compromisos climáticos y de sostenibilidad. Como país tenemos ya muchísimo adelantado y comprometido. Constituyentes, atrévanse, y en la Constitución incluyan un hito-país trascendente para nuestro desarrollo, sostenibilidad y que ayude a frenar el cambio climático. Es solo agregar dos nuevas palabras: “El derecho a vivir en un medioambiente libre de contaminación y carbono neutral”.
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