“El desafío de la cuenta pública”



SEÑOR DIRECTOR:

Lamentablemente, estoy de acuerdo con la idea que subyace a la columna de doña Paula Walker, intitulada como el entrecomillado de la presente.

Lamento estar de acuerdo, pues es verdad que es un “chipe libre”. Pareciera que hay un pacto tácito de no agresión entre todas las coaliciones para burlar la norma constitucional que obliga al Presidente de la República a dar cuenta al país.

No es necesario ser muy erudito para saber que, de acuerdo al uso más o menos común, más o menos vulgar, “rendir cuenta” es informar a quien te dio un encargo (con o sin dinero) cómo cumpliste ese encargo (sea bien o mal). Si el encargo fue de administrar bienes y, además, remunerado, más interés tiene el mandante en saber qué se está usando bien el dinero. Hay, incluso, parábolas evangélicas de señores que le piden cuenta a sus siervos de qué hicieron con los talentos que se les confió.

Sin embargo, en la esfera política, nos hemos acostumbrado a que nuestros mandatarios, en vez de informarnos cómo han usado el dinero (“recibí tanto y lo gasté en A, B y C”), nos dicen cómo quieren seguir utilizándolo y todos los otros actores políticos “le siguen el mambo”. De hecho, todos esperan que en la cuenta el Presidente diga que, de ahora en adelante, se dedicará a esto o aquello, como si todo lo que se ha hecho con el erario público, se ha hecho bien, o que a la gente no le importa.

En tiempos en que todos hablan de que hay que cuidar la democracia, un paso en ese sentido es algo tan sencillo como tomar en serio las normas.

Suena paradójico, pero sería una gran innovación comenzar a cumplir la norma, sin aprovecharse de la polisemia del vocablo “cuenta”.

Eduardo Salinas Venegas

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