El desarrollo integral
Nuevamente, tanto el gobierno como los analistas económicos están revisitando el tema de cómo acelerar la inversión y retomar el crecimiento, de tal manera que sus frutos sean ampliamente compartidos por la ciudadanía. El Presidente Piñera ha convocado a un grupo de economistas, hombres y mujeres públicos, líderes empresariales y gremiales para hacerle recomendaciones de las políticas que se necesitan para incentivar el desarrollo integral. Tengo el honor de haber sido incluido en ese grupo.
Hemos estado aquí innumerables veces en los últimos años. Claramente, no bastaba con las "reformas estructurales" del gobierno pasado. La economía no va a crecer más con la gratuidad en la educación superior, ni con muchas de las otras reformas de años recientes, por muy loables que estos objetivos sean. Y sin crecimiento, no vamos a tener una economía más equitativa. La clave del crecimiento sostenido y que llegue a todos es que éste promueva el aumento en la productividad del trabajo, de tal manera que los salarios reales puedan aumentar sostenida y sosteniblemente.
Ahora bien, no basta con las recetas convencionales para lograr un aumento en la productividad (más inversión, sin decir en qué; más investigación y desarrollo), si bien esas medidas podrían ayudar algo. El problema es que Chile simplemente no produce muchos bienes que potencialmente podría producir de manera competitiva en el mercado internacional. Todavía somos extraordinariamente dependientes del cobre. ¡En eso llevamos nada menos que 100 años! No existe ningún país desarrollado cuyas exportaciones dependan tanto de un solo producto. Dependiendo de sus precios, el cobre representa ente la mitad y dos tercios de nuestras exportaciones y un 15% de nuestro producto.
Desde mediados de los ochenta hemos ido diversificando nuestra canasta exportadora, pero ese proceso no ha avanzando a la velocidad necesaria para convertirnos en un país desarrollado. Es importante acelerarlo. Estudios recientes muestran que la diversificación productiva no solo conduce a un crecimiento más acelerado sino también a mayor equidad distributiva.
Esto no significa que el Estado deba dar preferencia a este o este otro sector, a través de subsidios. Existen mejores formas de promoción de nuevos sectores que no se prestan para la captura. Como primera aproximación, pienso que el Estado puede jugar un importante papel de coordinación entre los agentes privados y públicos que deben participar en cualquier esfuerzo por producir nuevos bienes y servicios. Asimismo, la promoción de la oferta de trabajo calificado a través de la educación universitaria -y sobre todo la técnica- es una forma poco explorada de hacer políticas de desarrollo productivo. La clave está en diversificar lo que ya producimos bien (minería y sus servicios, agro industria) y en nuevos servicios con gran potencial.
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