
El difícil debate que enfrenta el oficialismo

Una de las peculiaridades del debate de este jueves 5 de junio -organizado por La Tercera y Duna-, es que se produce justo después de la última cuenta pública del Presidente Gabriel Boric, lo que seguramente marcará su temario, pues se trata de los candidatos oficialistas.
De este modo, el clima del debate estará marcado por la discusión en torno a la autocomplacencia y el foco identitario que intentó marcar Boric para su sector en su discurso, y las posibilidades reales de aprobar en el Congreso las últimas promesas presidenciales. Esto, en un contexto electoral también parlamentario, donde cada partido y congresista en reelección estará sacando cálculos y optará por agendas que aseguren escaños.
En suma, un debate donde los candidatos oficialistas deberán responder por todo aquello que el Presidente no dió cuenta.
De todos modos, la principal opción para ganar la tiene Carolina Tohá, no solo porque todavía la acompañan las encuestas, sino porque cuenta con cierta racionalidad que indica que es la única que tiene opciones frente a Evelyn Matthei, dado que representa los atributos de la moderación y la experiencia de la vieja y pragmática Concertación.
Así y todo, Tohá deberá salir a pizarrón y responder a las dudas que siguen a la halagüeña entrega de cifras con que se conformó Boric en materia de Seguridad, ya que ella fue su ministra del Interior. De todos modos, acá la ex ministra tiene una oportunidad si es que logra convencer de que esta materia es su prioridad, y no una papa caliente. Para eso debe acreditar que entiende la dimensión real del problema, tiene una preocupación honesta y autocrítica, y tiene equipos con capacidades técnicas y políticas para enfrentarlo.
Tohá tampoco ha salido de la sombra del Caso Monsalve, donde persisten inquietudes respecto de los lazos de su equipo de campaña con el ex subsecretario del Interior. Finalmente, deberá responder sobre materias de prescindencia, ecuanimidad y manejo de información sensible, respecto de su pareja y actual ministro de Hacienda, Mario Marcel, con quien compartió el poder.
En tanto, Jeannette Jara deberá intentar despejar las preocupaciones que genera su filiación comunista, especialmente en materia económica y de política exterior. En la primera, Jara tiene cierta ventaja respecto de otros compañeros, pues fue ministra del Trabajo y actuó codo a codo con Marcel, por lo que puede convencer de que no está pensando en planes quinquenales. En la segunda, el asunto es más difícil, pues los comunistas han dado pruebas de lealtad con cubanos y venezolanos, por lo que es poco esperable un descarte histórico de esas alianzas. Algo que puede complicar las credenciales democráticas de la candidata.
Con todo, Jara tiene la difícil misión de despejar las desconfianzas mutuas que existen con Socialismo Democrático, y demostrar que puede ser su abanderada, para lo cual debe desprenderse de las rigideces dogmáticas de su partido y demostrar que puede aunar las fuerzas progresistas en el Congreso para hacer mínimamente gobernable una hipotética Presidencia suya.
Gonzalo Winter se juega en cambio otra cosa: la credibilidad del Frente Amplio (FA) como proyecto, más allá del resultado de la elección de junio. Esto, pues el ya no tan joven candidato debe convencer que las razones por las cuales existe su casa política y los giros dados por el Gobierno de uno de los suyos, guardan no sólo coherencia, sino que una proyección hacia el futuro que vaya más allá de la figura de una curva de aprendizaje.
¿Jaime Mulet? No tiene nada que perder pues ya solo estar apareciendo en estas instancias le permite un primer baño de grandes audiencias. Si no cae en la intrascendencia, podría entrar en las redes de influencia de la candidatura ganadora y negociar mejores candidaturas parlamentarias o eventuales posiciones ministeriales.
Por Cristóbal Osorio, profesor de Derecho Constitucional, Universidad de Chile.
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