El éxito de las startups chilenas: ¿se consolida el modelo?
Por Anil Sadarangani, director de Innovación UAndes
Durante las últimas semanas hemos conocidos diversos casos de startups chilenas que se han transformado en verdaderos casos de éxito o “quick wins”, logrando conseguir financiamiento internacional para poder llevar a otro nivel sus operaciones y, logrando de paso, consolidar un poco más el ecosistema nacional.
El más emblemáticos de todos: Cornershop, empresa que logró convertirse en unicornio al ser adquirida por Uber en una valorización cercana a los tres billones de dólares, siguiendo los pasos de los otros dos unicornios chilenos: Crystal Lagoon, del bioquímico Fernando Fischmann, y de Olex Autos, de Ricardo Donoso.
Otro caso es Notco, empresa que probablemente se transforme en el siguiente unicornio nacional, o Betterfly, una compañía tecnológica de seguros que logró levantar 60 millones de dólares de Softbank, uno de los fondos de venture capital más grandes del mundo
Es posible que existan distintos factores para atribuir al éxito de estas startups chilenas, donde el principal tiene que ver con la pasión y ganas de resolver una necesidad de sus creadores; pero también hay otros aspectos que es importante reconocer, como por ejemplo los distintos instrumentos de políticas públicas (Corfo y recientemente el Ministerio de Ciencia y Tecnología) que se han estado impulsado hace más de 10 años y que hoy son un referente a nivel mundial.
Pero este éxito también se debe atribuir a la formación y educación de nuestro talento a través de herramientas de innovación y emprendimiento, materias que hoy son altamente demandadas por los mismos estudiantes y que como universidad hemos incorporado en las distintas carreras y planes de estudios. En esa misma línea, al acercar experiencias de emprendedores de la región y de ecosistemas más maduros, como Estados Unidos, Israel o Corea del Sur, se ha logrado desarrollar una mentalidad y cultura que ha logrado permear en los más jóvenes, los que no temen intentarlo más de una vez, aprender de sus fracasos e internacionalizar sus innovaciones. En nuestro caso, hemos visto como dichas innovaciones, además de generar un impacto social, retribuyen en la calidad de vida de nuestros compatriotas.
Tampoco hay que olvidar la incipiente capacidad de capital de riesgo, donde los inversionistas, junto a políticas de apalancamiento, se han atrevido a apostar por las startups nacionales. Y los mentores, aquellas personas que han transferido su generosidad y experiencia para que los jóvenes talentos fallen más rápido y más barato.
En vista de lo que hemos visto estas semanas, los que trabajamos por la innovación nacional estamos confiados en que este sea solo el principio de más casos de éxito y startups, y que empresas como Kura Biotech, Justo, Cells for cells, Cumplo, Phage Lab, Colegium, Houm, Poliglota, ODD Industries, Instacrops o Lemontech sean la siguiente generación en “graduarse” para que, junto al mayor conocimiento de los inversionistas, sigamos fortaleciendo nuestro ecosistema innovador; el que será clave para poder aumentar la productividad y competitividad de nuestra economía, en especial en la etapa post Covid.
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