El futuro del trabajo después del coronavirus
Por Jeanne Lafortune, profesora asociada y directora de investigación Instituto de Economía UC, y José Tessada, profesor asociado y director de la Escuela de Administración UC
Antes del coronavirus, un tema recurrente en Chile y el mundo era el impacto de los cambios tecnológicos y el futuro del trabajo. Diversas voces planteaban que las recientes innovaciones podrían reemplazar una gran cantidad de puestos de trabajo. Aunque pasó a segundo plano, no debemos olvidar este tema, ya que su relevancia puede verse afectada por la pandemia del Covid-19.
Cambios tecnológicos acelerados han ocurrido antes, entregándonos evidencia respecto de cómo ha respondido el mercado laboral. La evidencia es mixta, por cuanto se observa que, si bien las nuevas tecnologías han destruido empleos, el impacto es más bien un reemplazo de ciertas tareas, expandiendo el empleo en otras áreas. Por otro lado, la evidencia en EE.UU. y Europa indica que las últimas transformaciones tecnológicas han tenido un efecto polarizador en los salarios, algo que se observó también durante la llegada de la electricidad a inicios del siglo XX (Fiszbein et. al, 2020). Esto significa que los extremos de la distribución de sueldos se ven beneficiados por la nueva tecnología, pero empleos en el medio de la distribución se ven perjudicados. Ocupaciones más tradicionales de clase media han sido transformadas, parcialmente al menos, en rutinas replicables y automatizables, pero trabajos más creativos (en la parte superior de la distribución) y servicios personales (en la parte baja de la distribución) han sido más resistentes a los robots.
¿Qué rol juega el coronavirus en esto? Su llegada ha gatillado dos cambios muy importantes. Primero, el distanciamiento social y las cuarentenas han llevado a evitar cercanía física. Esto afecta ocupaciones que dependen del contacto físico o cercanía presencial. Si las medidas adoptadas hasta ahora se prolongan es posible que nuestros hábitos cambien, modificando cómo nos desenvolvemos en nuestro quehacer familiar y profesional. Ocupaciones no-rutinarias que dependían de estas relaciones humanas podrían entonces desaparecer. Segundo, firmas y personas, al menos una gran cantidad de ellas, están haciendo una inversión importante en tecnología, adquiriendo equipos, programas y conocimiento para desenvolverse en este ambiente de trabajo remoto y con equipos a distancia. La incorporación permanente de estas herramientas va a requerir que muchos trabajadores deban capacitarse para funcionar en este nuevo ambiente. Muchas de las ocupaciones más afectadas por este proceso corresponden justamente a aquellas que hasta ahora habían sobrevivido la transformación tecnológica.
Esto podría tener consecuencias muy importantes en el largo plazo para la desigualdad en Chile y en el mundo, más allá del impacto transitorio de la pandemia en una recesión mundial, que probablemente va a afectar con mayor fuerza a los más pobres. Estado, empresas y trabajadores deben estar preparados con planes de capacitación, permitiendo que quiénes estaban en ocupaciones que reduzcan su relevancia puedan adaptarse e incorporarse efectivamente a nuevos empleos con mejores perspectivas. Si la historia se repite, las nuevas tecnologías y los nuevos hábitos van a seguir generando nuevos empleos. Pero necesitamos trabajadores que puedan ocupar estas nuevas posiciones en un mundo cambiante, con nuevas tecnologías y nuevas formas de relacionarse.
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