El peor escenario
Por Juan Carvajal, periodista y ex director de la Secom
El lunes se registraron 3.520 contagiados y 31 fallecidos. Un nuevo récord en este trágico recuento diario que ha establecido un antes y un después en nuestra historia.
Paralelamente se han desencadenado protestas, manifestaciones y algunos saqueos en comunas, que son la expresión de este Chile real que tanto le cuesta asimilar a algunos sectores. Es la expresión del hambre cotidiano de millones de personas que buscan el sustento diario, sin posibilidades de comprar para la semana y menos para el mes.
Así como el estallido social dejó de manifiesto el profundo descontento por injusticias de décadas, la pandemia puso de cuerpo presente la enorme desigualdad que existe en nuestro país. No era posible una cuarentena generalizada sin resolver con rapidez la entrega de recursos y alimentos.
Es justo reconocer que el gobierno ha tratado de hacer su mejor esfuerzo desde el punto de vista sanitario en este complejo cuadro, así como -a contrario sensu- ha intentado sacarle provecho comunicacional anteponiendo, en muchas oportunidades, estos factores por sobre la evaluación de las consecuencias prácticas de algunos anuncios.
Este es el caso de la cadena nacional del Presidente en horario prime del domingo, para anunciar canastas de alimentos que aún no se compran y que -a lo mejor- llegarán a sus destinatarios el viernes. El hambre lo tiene la gente hoy y para quienes llevan días en cuarentena sin recursos, esto se transforma en una angustia que se expresó en protestas y enfrentamientos con la policía.
En pleno estado de excepción, esto puede terminar muy mal y la autoridad debería tomar nota de lo que hace, cómo y cuándo lo hace, y de la inconveniencia de anuncios que no cuenten con el respaldo suficiente para materializarlo en tiempos breves.
Es claro que esta situación se escapó de las manos y que nadie a ciencia cierta puede asegurar si existirá capacidad de contención o si esto se puede transformar en una dinámica sin control. A lo menos, eso es lo que ya está aconteciendo en los hospitales y en algunas comunas más vulnerables y populosas, donde la rabia se junta con el hambre y el miedo en un coctel demasiado peligroso como para aventurarse en acciones puramente comunicacionales.
El país se encuentra en una situación demasiado delicada a causa de esta pandemia, con catastróficos efectos sociales para millones de personas y con consecuencias económicas y políticas graves que dejará como herencia esta emergencia sanitaria.
El panorama actual es de tal dramatismo que se debería entender que no hay espacio para cálculos pequeños, ni para el gobierno ni para la oposición. Este es un momento que requiere de total unidad nacional para enfrentar el presente y el futuro de Chile.
Y este desafío, que debe anteponerse a cualquier otro interés ideológico, político o de cualquier orden, exige acuerdos para enfrentar la angustiante situación actual y el difícil escenario que se configurará en la post pandemia.
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