El pesimismo económico se instala para el 2024

Colocaciones de la banca siguen cayendo arrastradas por créditos comerciales y de consumo

La mayor parte de la gente y las empresas perdieron la esperanza de que el año que viene Chile mejore; por el contrario, el sentimiento común es que el país está estancado.



Esta semana, la encuesta Cadem mostró que sólo el 22% de la gente ve el futuro del país con optimismo, el nivel más bajo que ha registrado esta medición desde que partió en enero del 2015. La encuesta CEP, por su parte, también conocida en estos días, arrojó que cerca del 90% de los consultados piensa que el país está estancado o en decadencia.

Esta sensación de pesimismo de la ciudadanía, que se viene arrastrando hace tiempo, no es más que la expresión de lo que está pasando con la economía desde hace demasiado tiempo. Un país que no crece o lo hace en forma insignificante -como es el caso de Chile-, es uno que se empobrece, lo que da paso a un sentimiento de agotamiento y desesperanza, lo que es desafortunado desde cualquier punto de vista. Si a eso se suma el problema de inseguridad -también en niveles récord- entonces es evidente que estamos frente a una tormenta perfecta.

Es válido preguntarse qué ha cambiado en las últimas semanas para que el pesimismo esté en niveles tan altos. Después de todo, la situación económica lleva bastante tiempo estancada; incluso el crecimiento de 0,6% registrado el tercer trimestre resulta algo engañoso, ya que estuvo muy influido por el sector minero, mientras el consumo de los hogares cayó cerca de 4%. Como sea, no son peores cifras que las que ya veníamos observando.

La explicación no parece estar en lo que pasó o lo que vemos hoy, sino en cómo vemos el futuro. Y es ahí donde se percibe un cambio significativo. Porque, de cierta forma, la gente y las empresas habían alimentado la expectativa de que, pasado el 2023, un año duro y malo, el panorama mejoraría. De alguna manera, se trataba de aguantar este año y esperar un 2024 mejor.

Es precisamente aquello lo que está perdiendo fuerza, al punto que ahora, de acuerdo con la encuesta CEP, sólo el 21% de los consultados piensa que la situación económica mejorará en los próximos meses. A nivel empresarial, la situación no se ve mejor. Si se observan las proyecciones sectoriales para el 2024, son todas muy escuálidas. Y a nivel de la economía en general, se percibe que la mayoría no prevé una recuperación importante, incluso algunos están dudando que podamos crecer.

El cambio en las expectativas es muy significativo. Es algo que no estaba en los planes y para muchos se trata de un duro golpe de realidad, uno que significa, en muchos casos, una situación muy compleja en términos de la economía personal o familiar y lo mismo para las empresas.

Esta realidad con la que muchos están chocando hoy es lo que precisamente advirtió hace un tiempo la presidenta del Banco Central, Rosanna Costa. En efecto, durante la presentación del último Informe de Política Monetaria en el Senado, señaló que si bien la economía se está ajustando y volverá a crecer, debiéramos preguntarnos si eso es suficiente. ¿Cuál era su preocupación? Que la capacidad de crecimiento de Chile se ubicaría bajo el 2% hasta fines de la década, algo que es totalmente insuficiente, considerando que esa tasa fue de 6% en los noventa.

“Todas las variables que determinan el crecimiento de largo plazo se han ido agotando en los últimos años, por una caída en la productividad y una baja en el stock de capital reflejado en la baja de la inversión”, agregó Rosanna Costa. Es decir, nos quedamos sin reservas para el futuro.

Y todas las cifras avalan lo anterior. Esta semana, la Corporación de Bienes de Capital dio a conocer la cifra de inversión proyectada para el 2024, que muestra un verdadero derrumbe, que anticipa el registro más bajo de los últimos 16 años. Por sectores, la situación es dramática, con caídas de 68% en el sector energía, 81% en tecnología, y 38% en la industria, por mencionar algunos. De acuerdo con el informe, la famosa “permisología” y el estancamiento económico son las causas fundamentales de este colapso. En suma, el abrumador pesimismo que muestran las encuestas sobre el futuro de la economía está totalmente en línea con el sombrío panorama para la inversión.

Esta realidad, que habla un país que es y será más pobre, paradójicamente no parece estar en el centro de las preocupaciones del actual gobierno. Nada de su programa inicial consideraba medidas procrecimiento. Muy por el contrario, más bien consideraba justo lo contrario: mayor redistribución y mayor participación del Estado.

Y si mucho de aquello ha quedado en carpeta, no es producto de una nueva convicción del gobierno, sino más bien de la incapacidad de conseguir la aprobación en el Parlamento de las controvertidas reformas que inicialmente se quería impulsar. Pero esto tampoco ha significado un cambio en las prioridades, con lo que hoy tenemos no sólo una economía estancada, sino también un gobierno estancado.

La situación es preocupante, porque el pesimismo y la falta de esperanza sobre el futuro del país que se observa en la población es demasiado alto como para dejarlo pasar. Se ha dicho una y otra vez que el país necesita en forma urgente una agenda procrecimiento e inversión. Pues bien, es hora de que actuemos en concordancia con ello. Ya sabemos lo que ocurre cuando estas advertencias no son escuchadas.

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