El Príncipe Gabriel
"Siete meses antes de convertirse en el próximo Presidente de Chile, Gabriel Boric tuvo que batallar para conseguir las 30 mil firmas que el órgano electoral del país le exigía para inscribir su candidatura".
Ya investido oficialmente como Presidente Electo, la campaña electoral de Gabriel Boric nos recordó el viejo arte de hacer política, que el diplomático florentino Maquiavelo nos retrató con frialdad en “El príncipe”, publicado en 1531. Ya no son las armas las que protegen al gobernante, sino los votos. Antes eran los matrimonios concertados entre familias o nuevos reinos conquistados los que permitían unir lealtades, hoy lo son las alianzas estratégicas entre partidos políticos.
Su camino a la Presidencia de la República no estuvo exento de virtud y fortuna, aspectos que en palabras de Maquiavelo deben ser esenciales en todo gobernante, pero que al sopesarlas debe prevalecer el talento y la inteligencia del político más que la suerte, aunque sin una pequeña cuota de fortuna puede serle fatal su desenlace.
Refiriéndose a Moisés, Ciro y otros príncipes de la antigüedad, Maquiavelo dice que “no obtuvieron otra cosa de la fortuna que la ocasión” para convertirse en gobernantes. “Era necesario que Moisés encontrara al pueblo de Israel en Egipto, esclavo y oprimido por los egipcios, para que dicho pueblo estuviera dispuesto a seguirlo a fin de salir de la servidumbre”.
Más de 500 años después, el príncipe Boric encontró esa fortuna al presentarse como alternativa de Gobierno luego de uno de los estallidos sociales más profundos de la historia chilena. Poco más de dos años después, y parafraseando al florentino, era necesario que Boric encontrara al pueblo de Chile oprimido por las injusticias y desigualdades de un sistema económico que transformaba en servidumbre a gran parte del pueblo en servicio de unos pocos privilegiados, para que dicho pueblo lo eligiera como su gobernante pese a las diversas dificultades que tuvo en el camino.
Esta misma “ocasión” que la fortuna le puso al político criollo no la tuvo cuatro años antes la candidata del mismo bloque partidista, el Frente Amplio, la periodista Beatriz Sánchez, que no logró superar la primera vuelta presidencial del 2017, a pesar de contar con prácticamente los mismos atributos del hoy Presidente electo: un conglomerado nuevo, surgido por fuera de los bloques tradicionales de la política chilena, carismática y reconocida como representante de las nuevas causas que mueven hoy a la ciudadanía.
La virtud que exige Maquiavelo no aleja, por cierto, las dificultades que el príncipe tendrá para mantenerse en el poder. La campaña de Boric no estuvo exenta de esos escollos.
Siete meses antes de convertirse en el próximo Presidente de Chile, Gabriel Boric tuvo que batallar para conseguir las 30 mil firmas que el órgano electoral del país le exigía para inscribir su candidatura. “Nos dijeron que era imposible, pero aquí estamos ¡Superamos la cantidad de firmas!”, vociferaba con orgullo en Twitter ese 17 de mayo, tal vez pensando que esa iba a ser la única gran batalla que ganaría ese año: entrar a la papeleta de una primaria de la izquierda que elegiría al representante del sector.
Compitió contra el favorito de las encuestas de aquel momento, el comunista Daniel Jadue. En julio de este mismo año, la encuestadora Criteria situaba al candidato Jadue con 34 puntos sobre el candidato Boric. Los resultados de aquella primaria, el 18 de julio, finalmente situaron al candidato frenteamplista como ganador con 20 puntos de diferencia sobre el favorito, contra todo pronóstico.
Sin embargo, la máxima dificultad que tuvo que enfrentar en su camino, que al mismo tiempo fue un signo de la “virtud” señalada por Maquiavelo, fue la adhesión, dos años antes, en noviembre de 2019, al “Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución”, que líderes de los diferentes partidos políticos de Chile suscribieron para encontrar una vía institucional a la grave crisis social y política que desencadenó el “estallido social” del mes anterior, con la excepción de su propio bloque y el radical Partido Comunista.
Firmó ese acuerdo a título personal, por lo cual fue sancionado con la suspensión de su militancia por su propio partido y tratado en la calle como “traidor del pueblo”. Pese al desprecio que debió afrontar de sus propios camaradas, hoy el príncipe Gabriel habló de “unidad” más de una vez en su discurso de victoria.
“Vamos a trabajar en equipo con todos los sectores. Los desafíos son demasiado relevantes para quedarnos atados a las trincheras. Aquí todas y todos somos necesarios”, declaraba Boric la noche del 19 de diciembre en su primer discurso como mandatario electo. Agregaba, párrafos más abajo, que producto de un Congreso equilibrado en sus fuerzas políticas, implica “una invitación y una obligación a dialogar. (...) lo veo como una oportunidad para volver a encontrarnos, para unirnos en grandes gestas por el bienestar de nuestra patria, para lograr amplios y duraderos acuerdos”.
“Los que (...) llegan a príncipes por vías virtuosas adquieren el principado con dificultad, pero lo mantienen fácilmente”, decía Maquiavelo. ¿Correrá la misma suerte nuestro príncipe Gabriel a partir de marzo?
Por Claudio Macías P., MileniumGroup Chile
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