El problema es la desconfianza

Mañalich


Por Juan Carvajal, periodista y ex director de la Secom

Por estos días, hablar del ministro de Salud está de moda. La discusión -dependiendo del emisor- es si debe ser reemplazado o permanecer en su cargo. La intención de estas líneas es, más allá de esta polémica, reflexionar sobre el tema de fondo que subyace en los habituales mensajes del titular de Salud y la relación de esta interacción cotidiana con la ciudadanía y sus efectos. El problema en su verdadera dimensión es el de la confianza de la ciudadanía en los liderazgos y las instituciones.

Se ha puesto de moda en la conversación cotidiana condenar la mala actitud de una persona que parece insensible a los llamados a cuidarse para evitar el contagio. Estudios internacionales habrían detectado que el nuestro es el país en que menos se respetan las medidas sanitarias para enfrentar la pandemia. Por cierto, es totalmente condenable que haya sectores que se nieguen a entender que este virus contagia sin respetar raza, ideología, condición social, edad y que provoca la muerte. Pero pareciera que en esta visión se estuviera mirando “la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio”, porque bien vale preguntarse si el problema está en el emisor o en el receptor. Es sabido que en Chile las autoridades y las instituciones de la política no gozan de credibilidad y el gobierno debería tener esto muy presente en la planificación de sus actos.

Un Ejecutivo que, en “Estado de Excepción”, tiene a entera disposición a los medios de comunicación, tendría que evitar saturar a una opinión pública, que ya se encuentra suficientemente acongojada por el miedo a la muerte. En cambio, el oficialismo no pierde oportunidad para incorporar logos y nombres rimbombantes a cualquier iniciativa, vocerías de Interior, de la Subsecretaría del Delito, de Salud, de Hacienda, de Agricultura, y varias cadenas presidenciales a la semana.

En enero de este año -cuando el estallido social imperaba en Chile-, el Programa de Naciones Unidas para el desarrollo, PNUD, daba a conocer el estudio “Diez Años de Auditoría a la Democracia: antes del estallido”. Allí se destacaba que entre 2008 y 2018, la proporción de ciudadanos chilenos que legitimaban el sistema democrático pero que no confiaban en instituciones clave, como los partidos políticos o el gobierno, aumentó de un 25% a un 43%. Nadie discute que hoy es el gobierno el responsable de enfrentar esta crisis y que es el ministro de Salud quien tiene a cargo su conducción. Lo que no está claro es si su mensaje da confianza. Al menos los datos indican que esto no es así.

Frases de Mañalich como “…las fórmulas de proyección con las que yo mismo me seduje en enero, se han derrumbado como castillo de naipes”, o su confesión de que desconocía los niveles de hacinamiento en Chile, o que navegamos en una suerte de oscuridad, lejos de entregar certezas generan dudas y desconfianzas. Sería razonable que en Palacio evaluaran cambios que apunten a recuperar las confianzas ciudadanas.

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