El recuerdo de David Arellano

Por Sebastián Hurtado, académico Instituto de Historia, Universidad San Sebastián y Francisco Parra, candidato a doctor en historia, Universidad San Sebastián.
En este aciago centenario de la fundación de Colo Colo, conviene mirar con atención este hito de la historia social y cultural del Chile del siglo pasado. David Arellano y sus compañeros fundaron el club en 1925 con una visión clara: ganar la adhesión de los ya numerosos fanáticos del fútbol a lo largo de todo Chile y convertirlo en referente de una identidad nacional cada vez más definida por los valores de la clase media urbana emergente a la que pertenecían los pioneros colocolinos.
En la visión de un profesor primario como era Arellano, esta identidad nacional se caracterizaba por valorar prioritariamente la educación y la disciplina como vehículos para la integración social y respetar las rigurosas maneras de una esfera pública en que la responsabilidad cívica era más importante que las preferencias individuales.
Un ejemplo anecdótico ilustra la distancia entre esos tiempos y los nuestros: los jugadores de Colo Colo, además de su calidad deportiva, eran reconocidos por salir a la cancha con una presentación personal impecable, en señal de respeto a sus rivales y al público.
David Arellano estaría muy satisfecho con el éxito de su proyecto de crear un club de arrastre y representatividad nacional. Seguramente hubiera valorado que con sus actuaciones deportivas Colo Colo haya contribuido a unir a un país dividido en 1973 y 1991. Sin embargo, también vería con profunda decepción que los valores cívicos y la visión de sociedad que alentaron su fundación hoy se vean atropellados impunemente por la lógica de la turba y por la violencia nihilista de hombres jóvenes que siguen un camino opuesto al ideal ciudadano y de masculinidad responsable promovido por los fundadores del club.
En este aniversario triste, cabe a los dirigentes, cuerpo técnico y jugadores de Colo Colo la responsabilidad de hacer realidad las palabras del himno de la institución y honrar con hechos, no palabras, el recuerdo de David Arellano. Por el bien del club, pero, sobre todo, por el bien de Chile.
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