Opinión

El reloj demográfico corre, debemos acelerar la respuesta

El reloj demográfico corre, debemos acelerar la respuesta

El 29 de octubre, se conmemoró el Día Internacional de los Cuidados y el Apoyo, una fecha que busca recordar la urgencia de invertir en sistemas de cuidado sólidos y equitativos. Valorar, reducir y redistribuir el trabajo de cuidados es esencial para construir una sociedad más justa.

Pero más allá de la efeméride, cabe preguntarse: ¿por qué es especialmente importante hoy en Chile? Simple: porque la inacción de hoy nos condena a una sociedad más frágil mañana.

La urgencia se sostiene en dos hechos.

Primero, el trabajo doméstico y de cuidados sigue recayendo mayoritariamente en las mujeres. Repetirlo puede parecer un disco rayado, pero lamentablemente sigue siendo cierto: ellas representan no solo la mayoría de quienes cuidan sin remuneración, sino también el 95% de las personas empleadas en el sector de cuidados remunerado en América Latina -maestras, asistentes, trabajadoras de casa particular, cuidadoras de niños y adultos-, según un informe del BID (2023). En otras palabras, las mujeres cuidan dentro y fuera del hogar, muchas veces sin derechos ni reconocimiento.

Segundo, Chile atraviesa una transformación demográfica profunda. Según la Cepal (2025), América Latina está por debajo del nivel de reemplazo desde 2015, y nuestro país se ubica entre los de fecundidad ultrabaja.

Hace unas semanas, desde ComunidadMujer organizamos, junto a la Universidad Adolfo Ibáñez, el seminario “El Desafío Demográfico: Una alerta para el Sistema de Cuidados”. En esa instancia, Alejandra Abufhele y Dante Contreras presentaron datos que retratan con claridad esta nueva realidad.

En 2024 se registraron solo 154 mil nacimientos, y la tasa global de fecundidad ha caído a 1,03 hijos por mujer, la más baja de la región. Paralelamente, la esperanza de vida supera los 81 años, y la estructura de los hogares cambia aceleradamente: los hogares con personas de 65 años o más pasaron de 4,3% en 1992 a 11,6% en 2024; los hogares con personas de 14 años o menos bajaron de 62% a 33,2%; y los unipersonales subieron de 8,3% a 21,8%.

A esto se suman brechas persistentes: las mujeres siguen pagando una “multa por hijo/a” en ingresos y empleo. Y cuando son ellas -las hijas- quienes asumen el cuidado de sus padres o madres, sus ingresos caen en promedio un 12%, mientras los de los hijos no se modifican.

Son fenómenos con raíces multifactoriales, pero con una consecuencia evidente: si no se actúa a tiempo, seremos una sociedad que envejece más desigual y más frágil.

La respuesta debe ser urgente y oportuna. No puede volver a ocurrir lo que ha pasado, por ejemplo, con la Sala Cuna Universal, un proyecto necesario que lleva décadas esperando. Tanto, que hoy hay cada vez menos niños y niñas que cuidar y educar.

El reloj demográfico avanza. Este tema debe instalarse con fuerza en la agenda pública y discutirse con responsabilidad en tiempos de elecciones presidenciales.

No hay tiempo que perder.

Por Cristina Vio, directora ejecutiva de ComunidadMujer

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