El reto fiscal de bajar el impuesto corporativo

Ministerio de Hacienda
El reto fiscal de bajar el impuesto corporativo.

Es valorable que Hacienda evalúe un recorte de tres puntos en el impuesto corporativo, porque ello podría impulsar el crecimiento, pero ante la precariedad de la situación fiscal, el gran desafío será cómo compensar dicha rebaja.



Hace unas semanas, el ministro de Hacienda, en el marco de la discusión sobre una posible reducción del impuesto corporativo, mencionó la alternativa de bajar la tasa del 27% al 24%, alineándola con la mediana de los países de la OCDE.

Sin embargo, también fue enfático en la necesidad de compensar esta rebaja para no comprometer la ya ajustada situación fiscal ni distorsionar los incentivos económicos. Los expertos estiman que una reducción de tres puntos en la tasa corporativa implicaría una menor recaudación de aproximadamente US$ 1.500 millones anuales.

La idea de una posible rebaja en el impuesto corporativo en sí constituye un aspecto particularmente valorable, pues existe un amplio consenso en que el actual nivel de dicho gravamen reduce la competitividad y limita las oportunidades de inversión; con todo, el camino para concretar esta rebaja enfrenta importantes desafíos, sobre todo desde el punto de vista fiscal, lo que hace indispensable que la autoridad despeje cómo pretende abordarlos.

En primer lugar, recientemente se conoció la delicada situación que enfrentarán las finanzas públicas en el mediano plazo. Según el último informe de la Dirección de Presupuestos, entre 2025 y 2029 será necesario reducir en aproximadamente US$ 7.500 millones (2,1 puntos del PIB) el gasto ya comprometido para cumplir la meta de balance estructural. Esta cifra equivale a cinco años de una reducción de tres puntos en la tasa del impuesto corporativo. En otras palabras, antes de considerar que la menor recaudación pueda ser compensada con una mayor eficiencia en el gasto público, será necesario ajustar el gasto comprometido en US$ 7.500 millones, una tarea que, por sí sola, ya resulta altamente compleja.

Por otro lado, el Ministerio de Hacienda ha planteado que la compensación por la menor recaudación podría provenir de un alza en el impuesto a las personas y a los dividendos. Si bien la Sofofa ha propuesto una tasa del 25% para estos últimos, no existe consenso dentro de los gremios empresariales respecto de aumentar las tasas marginales de impuesto a las personas en los tramos más altos. Así, la compensación fiscal sería solo parcial, con la expectativa -según ha señalado la CPC- de que el mayor crecimiento futuro eleve la recaudación. Sin embargo, la opción de compensar apostando por una mayor actividad en la economía ha sido descartada por Hacienda, al considerarla riesgosa dada la delicada situación fiscal del país.

En la arena política, la iniciativa enfrenta importantes obstáculos, especialmente en un año electoral. Es poco probable que un sector político respalde una rebaja del impuesto corporativo si esta implica compensar la menor recaudación con un alza de otros tributos. Del mismo modo, es previsible que también encontrará resistencia la apuesta de que el crecimiento económico futuro absorberá, total o parcialmente, dicha diferencia.

Ante este desafío, tanto el Ejecutivo como los gremios empresariales harían bien en tomar nota de la reciente reforma previsional. En dicho caso, la convicción de la clase política sobre los costos de mantener el statu quo permitió, entre otras razones, alcanzar un acuerdo que logró una amplia mayoría en el Congreso. El mismo enfoque pragmático será clave para avanzar en una discusión tributaria que, lejos de quedar entrampada en debates ideológicos, permita impulsar el crecimiento sin comprometer la sostenibilidad fiscal.

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