El sistema de salud inglés: ¿Un modelo adecuado para Chile?
Por Juan Carlos Said, médico internista, Master en Salud Pública Imperial College de Londres
El sistema de salud inglés entró al debate durante la campaña presidencial, al ser propuesto por distintos asesores de Gabriel Boric como un modelo para seguir por Chile, en un contexto nacional donde no solo el acceso a la salud es un problema percibido por la mayoría de los ciudadanos, sino también uno donde el acceso equitativo es problemático. Según Ipsos, solo 16% de los chilenos piensa que el país provee el mismo estándar de atención en salud para todos.
Los opositores a la idea de implementar un sistema similar al inglés sostienen que esto no es realista y que dicho sistema tiene muchos problemas y grandes listas de espera.
Veamos. En primer lugar, es clave señalar que no existe un sistema de salud perfecto, sino algunos que lo hacen, en general, mejor que otros, combinando eficiencia (obtener buenos indicadores a un costo razonable), con indicadores de equidad (acceso similar para todas las personas) y de protección financiera (acceso se logra sin llevar a las personas a la ruina económica).
En esta línea, Chile no lo hace mal, pero el sistema inglés lo hace mejor. Dicho sistema se basa en que el Estado, vía impuestos, permite que las personas se atiendan en una red de prestadores público-privada, donde los pacientes no pagan nada al momento de ser atendidos. Este sistema es similar al de otros países desarrollados, como Canadá y Corea del Sur, y otros en países no desarrollados, como Ruanda, que se han convertido en modelos exitosos en su nivel de gasto.
El sistema inglés genera gran satisfacción en los usuarios: 75% refiere estar satisfecho con la calidad de los servicios de salud cerca de donde vive, frente a solo un 39% en Chile. Esta satisfacción la logran sin tener que gastar excesivamente de su bolsillo para comprar medicamentos o exámenes que no estén cubiertos por el seguro. Chile, en cambio, es el tercer país de la OCDE con mayor gasto de bolsillo (4,8%, frente a 2,9% en Reino Unido), lo cual en la práctica perjudica desproporcionadamente a las personas de menores ingresos, poniéndolos en riesgo de ruina financiera producto de gastos en salud.
Las buenas cifras de satisfacción y protección económica se traducen en mejoras objetivas en sobrevida. Un indicador frecuentemente utilizado para comparar sistemas de salud es muerte por una causa evitable. En los países donde estas muertes son muchas, el acceso a atención médica es bajo. El Reino Unido, con 69 muertes evitables por cada 100.000 habitantes, se encuentra mejor que el promedio OCDE. Chile, en cambio, se encuentra peor que promedio OCDE, con 75 muertes evitables por 100.000 habitantes.
Pero no se trata solo de mayor protección económica y menos mortalidad; también son menores las listas de espera. Para comparar estas, usualmente, se eligen ciertos procedimientos complejos, como cirugía de cataratas o prótesis de cadera, que generan mucha discapacidad en las personas si no se resuelven. En Reino Unido, solo 35% de los pacientes espera más de tres meses -frente a 52% en Chile- para evaluación por especialista. En el caso de cirugía de cadera, las cifras son aún peores: 89% espera más de tres meses en Chile, frente a 51% en el Reino Unido.
Por cierto, estos mejores indicadores del Reino Unido en evaluación por los usuarios, protección financiera, listas de espera y mortalidad por causa tratable, no son solo para algunos: están disponibles para todos, independiente de su capacidad de pago. Así, mientras en Chile solo un 16% piensa que el sistema de salud provee el mismo estándar para todos, en el Reino Unido el 56% está de acuerdo con esta afirmación. Esto, por cierto, no es solo un asunto de gastar más. Como porcentaje del PIB, el país que más gasta es USA (16,8% del PIB), y en casi todo indicador de salud le va peor que al Reino Unido, que gasta un 10,2% del PIB.
En resumen, el sistema de salud inglés es más eficiente, genera mayor protección financiera y acceso más equitativo, pero no solo eso: genera consenso y cohesión social. Esculturas recordando a Clement Attlee, Aneurin Bevin y William Beveridge, impulsores de este sistema de salud, proliferan en el Reino Unido y un desfile en honor al servicio de salud inglés fue parte inaugural de los Juegos Olímpicos de Londres. Nada de eso se ve en Chile, donde las esculturas a los creadores de los seguros privados de salud brillan por su ausencia.
Un sistema de salud con mayor equidad y eficiencia es posible, y pensar en el sistema inglés es una buena alternativa. No la única, pero sí una que podría hacerse cargo de los grandes problemas de acceso y equidad que afectan a nuestro sistema.
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