El sueño de la casa propia
SEÑOR DIRECTOR:
El fin de semana se publicó un reportaje sobre cómo el sueño de la casa propia se aleja. Coincido con el diagnóstico de los entrevistados, aunque creo necesario dejar de enfocarnos solo en el síntoma y atacar la enfermedad de fondo.
El problema de la vivienda radica en que nuestra capacidad de construir es menor que el crecimiento de la población, pues gran parte de nuestras ciudades ya están desarrolladas. Esto explica la escasez y el desacople entre precios y salarios mencionados.
En concreto, cualquier política que apoye solamente a las personas -subsidios, garantías, créditos- ayudará en el corto plazo, pero luego pueden encarecer las viviendas si la capacidad de consumo aumenta a mayor velocidad que la oferta inmobiliaria.
Tarde o temprano tendremos que asumir discusiones políticamente difíciles, como aumentar la densidad habitacional o expandir el radio urbano. De la misma manera, mantener la dicotomía “Estado versus privados” no conducirá a buenos resultados.
La planificación urbana será esencial para ecualizar crecimiento y desarrollo urbano. Un buen ejemplo es Nueva York, donde empresas privadas y el Estado pueden solicitar cambios de uso de suelo si cuentan con respaldo ciudadano y se alinean con los planes de la ciudad. El proceso dura menos de un año y establece reglas claras a la gestión, permitiendo dinamizar el mercado y aumentar el stock de viviendas, privadas y sociales, en uno de los mercados más complejos del mundo.
Concuerdo con los entrevistados en que necesitamos creatividad para abordar los desafíos actuales, pero las soluciones de largo plazo requieren medidas de fondo. Aún estamos a tiempo.
Ignacio Aravena
Economista urbano LSE y Fundación Piensa
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