El tarro de Milo
Observo con detención la fotografía del primer comité político del futuro gobierno. La escena transcurre en la casa del presidente electo a orillas del lago Ranco. Los tres ministros designados y el jefe de los asesores tienen su vista fija en Piñera, quien les habla mientras sostiene un lápiz rojo. A su lado, el clásico block de notas Austral. Ambos productos (lápiz rojo y block Austral) son un reconocido sello del estilo Piñera. Todo parece dejado al azar, pero no lo crea. Papeles y anteojos sobre la mesa tienen por objeto dar cuenta de que aquí hay pega y experiencia. Hay también un par de frasquitos de lo que bien podrían ser mermeladas y, si me apuran, diría que la bandejita del centro contiene unos tentadores arándanos. Nada muy lujoso ni excedido. Todo indica que el café ya se lo tomaron o aún no llega o, sencillamente, no les ofrecieron. Tampoco un juguito. Pero lo que sí hay es un tarro del clásico y querido Milo. Y curiosamente, el único que aparece con un tazón a mano es Blumel, la estrella emergente del gabinete, el muchacho que incluso cae bien a los chicos listos de Giorgio. Es que Milo te hace grande, decía la publicidad a mediados de los 80, y esa es la senda de Blumel. Porque los demás ya están grandes y dudo que vayan a crecer mucho más. Por cierto, a su lado está la experiencia y el bagaje de Larroulet, quien ahora tendrá la oportunidad de recrear el segundo piso de Lagos, ese que integraban Ottone y Lahera (recuerde que el sueño de Larroulet es que lo comparen con Boeninger). Pero de este lote, es Blumel quien tiene más potencial de vuelo, al punto que hasta podría nublar los planes del presidente de su partido, el rucio Kast, quien dudo que haya fundado un movimiento político para que lo terminen opacando otras figuras surgidas de su propia cantera (piense en Blumel o Francisco Undurraga). Claro que también existe Alfredo Moreno y su posibilidad de convertirse en el nuevo Miguel Kast, reinventando la política social y capitalizando para sí el discurso que ha pretendido imponer Ossandón. Pero Blumel es más interesante y, de no mediar grandes condoros, todo indica que lo tendremos por largos años revoloteando en la política local. Así que necesita Milo para rato.
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