Emprender libremente
"Estamos todos llamados a comprometernos apoyando las iniciativas que defienden que los pilares fundamentales del desarrollo económico y social de Chile no sean socavados".
“Si un emprendimiento funciona, va generando más empleo, va haciendo que al país le vaya bien y a uno también”. Así relata Maritza Valdés su experiencia trabajando en la panadería Olimpia por casi tres décadas, apoyando la labor de su marido y su cuñado, que son los socios de este emprendimiento. El año pasado la tradicional panadería de la comuna de Independencia obtuvo el premio a la Mejor Marraqueta 2021, algo que ya había logrado el 2018.
El caso de Maritza refleja el de millones de chilenos que han partido con poco y que, con mucho esfuerzo y constancia, han logrado hacer crecer sus emprendimientos.
Según la Encuesta de Microemprendimiento del INE (2019) en Chile existen 2.057.903 de microempresarios, personas de todos los orígenes, edades y niveles de educación. Sin duda esta cifra se incrementó en la pandemia, al verse muchas personas de un día para otro sin trabajo y con la necesidad de encontrar alguna actividad para subsistir.
Cada negocio tiene sus riesgos propios, conocidos en detalle por cada emprendedor. En el último tiempo se han multiplicado los frentes, porque han tenido que gestionar riesgos de una economía que estuvo detenida por la pandemia y hoy, en el proceso de reapertura, aparecen nuevos desafíos relacionados con las cadenas logísticas, la transformación digital, el aumento de los costos, la escasa oferta laboral en algunos sectores, por mencionar solo algunos. Pero, además, ahora estos dos millones de familias se ven expuestas a la incertidumbre que les genera el proceso constitucional. Un cambio profundo que puede sentar las bases de un periodo de prosperidad o, por el contrario, crear dificultades para los emprendedores y quienes quieran desarrollar alguna iniciativa económica.
Los efectos del trabajo que está realizando la Convención Constitucional son fundamentales para el futuro del emprendimiento, ya que aspectos clave para el crecimiento y desarrollo de las empresas y del país serán determinados en la redacción de la nueva Carta Fundamental.
Es por esta razón que, junto a un amplio y diverso grupo de gremios empresariales, impulsamos la Iniciativa Popular de Norma “Emprende Libre”, una propuesta que incluye a asociaciones regionales, pymes y emprendedores de distintos sectores. El propósito convocante fue promover que la nueva Constitución garantice la libertad de emprender y resaltar el valor y aporte de la libre iniciativa del emprendimiento individual y colectivo para el crecimiento de las empresas, el desarrollo sostenible del país y el bienestar de sus ciudadanos.
Además, en Sofofa planteamos 10 principios fundamentales que deberían ser incorporados en la nueva Carta Magna, entre los que están -por cierto- la libertad para emprender y asociarse, ya que es necesario garantizar la libre iniciativa individual, así como la libertad de asociación de las personas según sus propios intereses y afinidades; el derecho de propiedad, porque estimamos que su consagración constitucional entrega certeza jurídica y reglas claras para desarrollar cualquier actividad económica, por ende, es básico para el crecimiento y desarrollo integral de un país; y la responsabilidad fiscal y autonomía del Banco Central, porque los recursos de todos los chilenos deben ser cautelados con una política fiscal responsable y es trascendental conservar el rol que el Banco Central de Chile ha jugado en el desarrollo económico del país, al mantener una inflación controlada y un sistema financiero robusto y estable.
Pese a que todavía son resultados preliminares, preocupa el tono y las propuestas que han emergido esta semana en la Convención. Un sistema político diseñado inorgánicamente, con efectos involutivos en materia de descentralización y contrapeso de poderes, cuestionamientos a la propiedad privada y a la libertad de emprender, una autonomía acotada del Banco Central, con eventuales acusaciones constitucionales a sus consejeros o con mandatos que exceden las herramientas necesarias para alcanzarlos, entre otras ideas que tienen cierto nivel de apoyo.
Muchas quizás no alcanzarán el umbral de los 2/3, pero es desalentador constatar que quienes tienen el mandato de la ciudadanía para establecer las bases del desarrollo de las próximas décadas soslayen de forma tan irracional los pilares sobre los que se ha construido el desarrollo del país en las últimas décadas.
Debemos tener involucramiento activo en el proceso constituyente. Esta labor no es delegable en los políticos, ni siquiera en los convencionales. La redacción de la nueva Constitución es una tarea que ejecutan quienes forman parte de la Convención, pero en la que todos debemos implicarnos. Así, para que la nueva Carta Fundamental realmente nos represente y una a todos los chilenos, no solo debe generar un amplio consenso entre los convencionales que la redactan, sino además un significativo respaldo de la ciudadanía en el plebiscito de salida.
Solo así gozará de la legitimidad buscada que sentará las bases para transitar al desarrollo. En este sentido, las iniciativas populares que sostienen la libertad de emprender, una mejor institucionalidad política y económica, y respeto por la propiedad privada necesitan de al menos 15 mil firmas para ser discutidas en la Convención. Estamos todos llamados a comprometernos apoyando las iniciativas que defienden que los pilares fundamentales del desarrollo económico y social de Chile no sean socavados y para que Maritza y los millones de emprendedores de Chile sigan desplegando sus ideas y proyectos en libertad.
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